¡Bajar de peso no te obliga a dejar el alcohol!

Sin duda el alcohol constituye uno de los elementos más controvertidos a la hora de diseñar una dieta adecuada para bajar de peso y talla.

No podemos perder de vista que el alcohol se acumula en forma de grasa en nuestro organismo.

Si se atiende solo a su composición nutricional, un gramo de alcohol supone siete calorías, frente a las nueve de un gramo de grasa y las cuatro de un gramo de azúcar.

La obesidad surge por una suma de razones que nos llevan a acumular kilos de más, junto con el consumo regular de alcohol se encuentran otros factores como el desorden alimenticio, el consumo elevado de alimentos procesados, azúcares y carbohidratos.

Sin embargo, la buena noticia es que no es necesario renunciar al alcohol si se desea adelgazar.

Jane E. Brody, columnista de salud en el New York Times, explica: “No se trata de decir ‘alcohol sí’ o ‘alcohol no’, sino de hablar de un consumo moderado que beneficia a quienes desean acompañar su dieta saludable, con verduras, frutas y legumbres, con un poco de vino o cerveza”.

Cerveza y vino, buenos aliados

En un estudio realizado durante cinco años por el doctor Ramón Estruch, del Centro de Investigación Biomédica en Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROBN) del Instituto de Salud Carlos III, con 8 mil personas, se observó que las personas que siguen una dieta mediterránea a largo plazo, en la que incluyen un consumo de moderado de vino o de cerveza, pierden peso.

Ojo, el consumo de alcohol al que el estudio hace referencia señala que es una copa de vino o una de cerveza al día.

La relación entre obesidad y alcohol depende de la dosis y el tipo de bebida que se consuma.

Estruch explica que si se consume moderadamente vino o cerveza dentro de una dieta saludable tiene un efecto protector.

Por lo tanto, depende absolutamente del contexto en el que se dé el consumo de alcohol, no solo del alcohol en sí mismo, el que aporte calorías de más al cuerpo.

La clave está en medir el consumo, en el equilibro de ingerir comida sana, eliminar azúcares, reducir lácteos y carbohidratos, y poderse dar el gusto de tomar una copa de vino o una cerveza por día, de dos a cuatro veces a la semana