10 consejos para controlar el enojo

Hay mil cosas que “te sacan de quicio”, te frustran y te enfurecen. La solución no está en suprimir esos sentimientos ni tampoco en dejarlos aflorar sin ningún control, sino en buscar un término medio saludable.

No es fácil, pero debes aprender a canalizar tus sentimientos de forma positiva, no agresiva. En primer lugar, debes aprender a reconocer las señales de que algo te está afectando.

  1. Si empiezas a sentir enojo, respira profundamente. Llena tus pulmones de aire y exhala profundamente. La respiración profunda te relaja.
  2. Evita los pensamientos negativos: concéntrate y repite afirmaciones positivas en tu mente. Combina la respiración y la afirmación hasta que recobres la calma.
  3. En caso necesario, retírate a un lugar aislado y tranquilo para que la situación no escale y se salga de tu control. No tomes esto como una debilidad, sino como un gran paso hacia la toma de control.
  4. Identifica las situaciones que te producen enojo y haz una lista. Escribe también las ideas que quieres expresar, en caso de que la relación con una persona en particular sea lo que te molesta.
  5. Trata de expresar tus sentimientos mediante el diálogo y busca la comprensión de esa persona para cambiar el comportamiento y/o la situación. Si la conversación no funciona, expresa tus sentimientos, ideas y opiniones por escrito. Eso evita la confrontación abierta y la escalada de la violencia.
  6. Conversa con un familiar o amigo allegado. Quizás la opinión de una tercera persona te ayude a verlo todo con más claridad.
  7. Haz ejercicio con regularidad. El yoga, por ejemplo, te dará dominio, control y te ayudará a relajarte.
  8. Aprende a meditar. Si te sientes frustrado(a) y a punto de explotar, retírate a un sitio privado y tranquilo y enfoca tu mente en algo que te produzca placer.
  9. Aprende también a escuchar. Aceptar el punto de vista de los demás, es un gran paso hacia adelante y un requisito esencial para que se produzcan los cambios en cualquier situación y/o relación.
  10. Si la situación no mejora, necesitas buscar asesoría profesional. Tu médico de cabecera puede recomendarte o referirte a un psicólogo para comenzar terapia individual o familiar.