10 Prendas para vestir en el futuro

Al ser humano le gusta soñar con el mañana y la moda no es ajena a este ejercicio de especulación. Sobre todo porque nuestra puerta principal hacia esas ensoñaciones, el cine futurista, debe vestir a sus personajes de alguna manera y eso ha hecho que en cada época se reflejara nuestra visión de la moda futura.

El estudio de este género permite recopilar las predicciones que en su día fueron y las que aún son.

Frente a esta visión más actual y cotidiana, muy a la altura de una ficción científica seria como fue la película de Kubrick, los diseñadores han tirado de todo tipo de recursos a la hora de ejercer como visionarios. El uniforme, incluso en el traje formal, ha marcado las propuestas de una imagen más austera.

Y cómo no, la electrónica también está presente, como un avance de eso que hoy se conoce como tecnología ponible (wearable technology). “Otro de los patrones más recurrentes es el uso de cascos, gafas y cables que conectan al individuo con otros mundos virtuales u otros tiempos (pasado-futuro)”, señala Yance, citando como ejemplo típico The Matrix, de Andy y Lana Wachowski (1999).

En resumen, no sabemos qué estilos nos traerá la moda del futuro, y ni siquiera Yance se atreve a aventurar una predicción: “Esto es algo regido por reglas muy arbitrarias”.

Desde luego, a ningún responsable de vestuario cinematográfico del siglo XX se le ocurrió jamás que los jóvenes de comienzos del XXI llevarían los pantalones un palmo por debajo de los calzoncillos, aunque podríamos aceptar los bolsillos hacia fuera deRegreso al futuro II (Robert Zemekis, 1989) como una atinada parodia.

Te presentamos 10 innovaciones, algunas presentes o al alcance de la mano y otras más fantásticas, que nos depara la tecnología textil.

1. Calcetines que pinchan las bacterias
Los productos antibacterianos se han convertido en algo habitual en los estantes del supermercado, pero ¿cómo lograr este efecto en la ropa que se lava una y otra vez? La respuesta es integrar el componente antimicrobiano en la propia trama textil. El sistema Aegis Microbe Shield, perteneciente a la compañía Microban, consiste en unos micropolímeros que forman parte de la prenda y que actúan como diminutas espadas, pinchando las bacterias y destruyéndolas por acción mecánica, sin perder actividad ni funcionalidad durante toda la vida del tejido.

2. Prendas que calientan
Desde que el ser humano comenzó a vestirse, sabemos que un tejido grueso nos aísla del frío. Ya conocemos la existencia de prendas térmicas como el famoso Thermolactyl de la francesa Damart, que supera los 60 años de vida (nació en 1953) y que se basa en el calor producido por el frotamiento de la piel contra la ropa por un efecto llamado triboelectricidad. El Thermolactyl se desarrolló como una mezcla de tejido acrílico y rhovylon, entonces llamado rhovylactil, una fibra sintética de cloro o clorofibra, derivada del PVC (policloruro de vinilo) e inventada por Rhovyl, entonces una filial de la compañía Rhône Poulenc.

3. O que enfrían
Contra el frío podemos abrigarnos, pero ¿qué hay del calor? Para este caso se diría que la mejor prenda es ninguna. Afortunadamente, la tecnología de los llamados tejidos inteligentes viene a suplir este hueco gracias a las microcápsulas PCM, siglas en inglés de Material de Cambio de Fase. Consiste en un material, envuelto en una membrana, que es capaz de pasar de sólido a líquido o viceversa en un rango de temperaturas próximo a la corporal. Según Sánchez, que ha investigado en el campo de las PCM, “establecen una barrera, hasta ciertos límites, entre el cuerpo y el medio ambiente”.

4. Ropa que huele, relaja o cambia de color
Algunos tejidos llevan componentes que no se ven, pero sus efectos sí saltan a la vista, el olfato o el tacto. Son muchos los productos que hoy se pueden microencapsular para incorporarlos a la tela: aromas como lavanda o limón, aloe vera u otros cosméticos, o incluso pigmentos que cambian de color con la luz, la temperatura o la humedad. Las aplicaciones de estas tecnologías son más recreativas que útiles, pero cuentan con el inconveniente de que los aromas y las cremas deben liberarse para actuar, por lo que su duración es limitada. En el caso de la ropa crómica, los colorantes utilizados envejecen, por lo que dejan de funcionar con el tiempo.

5. Electrónica para llevar
Pensar en ropa con dispositivos electrónicos incorporados y que además se pueda lavar es hoy algo fácil de imaginar, pero que sería impracticable de no ser por dos avances: la miniaturización y la flexibilidad. Ya no es necesario tender cables a través de las costuras, sino que se pueden emplear polímeros textiles conductores de electricidad que pueden conectarse con dispositivos variados. Sus aplicaciones son diversas, desde las más prácticas a las puramente lúdicas. Entre estas últimas se incluye la ropa luminiscente, con LEDs o fibra óptica, o incluso con pantallas flexibles que pueden cambiar el diseño mostrado a voluntad del usuario.

6. Nanotecnología antimanchas
Al pasar de lo micro a lo nano, es decir, a la escala del átomo, es posible manipular las superficies para lograr polímeros de nanofibras o materiales recubiertos de nanopartículas. Entre las aplicaciones de la nanotecnología textil que más se manejan están los tejidos antimanchas y los que repelen el agua. Estos últimos permiten obtener prendas impermeables que se alejan de la típica apariencia plástica de los tejidos tradicionales.

7. Ropa que nos cura
Las aplicaciones médicas están en el punto de mira de la investigación textil, ya que la ropa inteligente puede ayudar a la dispensación de medicamentos o la cicatrización de heridas, por citar dos ejemplos. La empresa de prendas deportivas Lurbel ha desarrollado un calcetín que, aseguran, promueve la coagulación y la regeneración de la piel en las heridas, evitando además las infecciones.

8. Imitando lo de toda la vida
La tecnología textil juega con la idea de sustituir las fibras tradicionales por otras sintéticas que consigan la misma apariencia y textura, evitando la huella medioambiental de las explotaciones agropecuarias. La seda natural se ha logrado imitar produciendo fibras sintéticas de sección triangular y de distinto grosor, mientras que la texturización por aire del poliéster forma microrrizos que confieren al tejido un tacto similar al de la lana. Entramos así en el campo de la biomimética: la imitación de la naturaleza en el laboratorio.

9. ¿Para cuándo una capa invisible?
Aunque parezca solo un producto de la imaginación, lo cierto es que la capa de invisibilidad es un activo campo de investigación en la física que estudia los metamateriales, un tipo de componentes con una estructura superficial muy compleja a escala microscópica y que son capaces de conferir trayectorias extrañas a los rayos de luz o a otras ondas que inciden sobre ellos. El objetivo de los físicos es doblar la luz alrededor de un objeto para ocultar éste a la vista y mostrar sólo el fondo, un propósito que no parece sencillo.

10. Así será la moda en Marte
En un repaso a la moda del futuro, no puede faltar una mención sobre lo que vestiremos cuando el ser humano se lance por fin a la conquista de otros planetas. El momento no está tan lejano: ya se plantean misiones de regreso a la Luna o de exploración de Marte para las próximas décadas. Hoy existen sofisticados atuendos para lucir en las pasarelas extraterrestres con seguridad. Pero otra cosa es la comodidad, y hay una diferencia entre desenvolverse en microgravedad, la de la órbita terrestre, o en una gravedad menor que la nuestra pero considerable, como ocurriría en la Luna y en Marte.

 

 

Fuente: Huffington Post