Tener ciertos alimentos básicos en la despensa permite improvisar un menú equilibrado cuando se dispone de poco tiempo o se acaba de volver de algún viaje.
- Un kilo de arroz. En la despensa, siempre tiene que haber un kilo de arroz o de pasta. En un momento dado, nos permite cocinar una olla con arroz blanco, que se puede distribuir en varios recipientes. Pero no es solo cuestión de pensar en las comidas principales. También en desayunos, almuerzos y meriendas. Un energético arroz con leche y canela, por ejemplo.
- Un kilo de lentejas. Por la misma razón, un kilo de legumbres nunca debe faltar en casa. Un estofado de lentejas con arroz o de garbanzos dibujan un menú suficiente en un momento de apuro. Las latas de guisantes también son un buen recurso para cocinar un plato sencillo.
- Verduras enlatadas. Una lata de salsa de tomate siempre es muy socorrida y aceptada como condimento de muchos platos, así como un par de latas de verduras, con las cuales el primer plato o la guarnición están garantizados.
- Latas de atún y sardinas. En la alacena debe haber un espacio reservado para las conservas de pescado: atún, sardinas, mejillones, pulpo… Estos alimentos tienen un valor nutritivo interesante por su aporte de proteína de calidad y ácidos grasos omega-3.
- Leche o bebidas vegetales. La costumbre de tomar leche en el desayuno no se rompe si se cuenta con un litro de leche o bebida vegetal en la despensa. Además de elemento base para un desayuno tradicional, estas bebidas sirven para improvisar unas croquetas, elaborar unas natillas o disponer en pocos minutos de unos batidos refrescantes.