Imagina que tu tatarabuela roba el mítico DeLorean de Marty McFly y se planta en tu cocina en viaje directo desde el pasado. ¿Qué pensaría al abrir tu nevera? Probablemente le harían chiribitas los ojos y empezaría a abrir tupperwares llena de curiosidad. ¿Por qué está todo empaquetado? ¿De dónde salen esas frutas extrañas? ¿Por qué está el zumo ya exprimido y el jamón se conserva en lonchas?, se preguntaría. Nuestra forma de comer se parece muy poco a la de hace cincuenta años y es poco probable que se parezca a la de nuestros nietos.
En apenas unas décadas las tecnologías y los nuevos hábitos de vida han dado un giro a nuestra dieta y lo seguirán haciendo en un futuro. Habrá grandes cambios demográficos, algunos recursos naturales se agotarán y los avances científicos cambiarán nuestra vida.
¿Qué haremos cuando desaparezcan los grandes bancos de pescado? ¿Qué nos deparará la manipulación genética? ¿Qué comeremos, dónde se cultivará y quién lo cocinará? Estos son algunos de los posibles cambios que se avecinan:
1. Año 2051. Está usted desgustando un sabroso chuletón y le pregunta al camarero si se trata de un chuletón de Ávila. “Sí, señor”, le contesta el maître muy ufano, “criado en los Laboratorios Sansegundo”. La perspectiva de comer algún día carne generada artificialmente sobre una placa de petri no es tan lejana. Varios laboratorios llevan años trabajando en la idea y algunos aseguran que ya podrían empezar a producir este tipo de carne a menor coste que la de pollo, pero que les falta el apoyo económico.
2. En un par de décadas muchas de las especies que hasta ahora veíamos en la pescadería serán historia, o dará miedo comerlas por los altos niveles de mercurio y otros contaminantes que contendrán en su carne. La alternativa puede estar en aprender a cocinar medusas al pilpil, transgénicos, o en buscar otras soluciones como la explotación a gran escala de granjas marinas.
3. Atendiendo a la previsión de que para el año 2050 cerca del 80% de la población de la Tierra vivirá en grandes ciudades, los profesores de la Universidad de Columbia, Eric Ellingsen y Dickson Despommier, han planteado una propuesta de futuro para sobrevivir a los periodos de escasez de alimentos por los cambios del clima a nivel global. La solución que proponen es la construcción de granjas verticales en las ciudades, grandes pirámides donde cultivar alimentos a distintas alturas a modo de enormes invernaderos.
4. Muchas de las investigaciones sobre agricultura transgénica están orientadas a afrontar un escenario en el que los cambios a nivel global afecten de manera directa a las cosechas. En cuanto a la resistencia, este año, por ejemplo, está previsto que salga al mercado el primer maíz que consigue un 10% más de rendimiento frente al convencional en condiciones de sequía. En lo referente a evitar el calentamiento, los investigadores insisten en que crear variedades resistentes a herbicidas, o que no precisen insecticidas, ya está ahorrando millones de emisiones de CO2 a la atmósfera al prescindir una cadena de procesos en la siembra, el pre-tratamiento y el desbrozado.
5. Una de las líneas de investigación más punteras en materia de envases es la de los denominados “envases activos”. “El envase habitual es un mero contenedor” indica Ramón Català, investigador del CSIC especialista en esta materia. “El envase activo, en cambio, va más allá, actúa con el producto y puede formar parte del sistema de conservación, eliminar olores o ceder moléculas que son necesarias, como un colorante o un antioxidante”. El envase activo, por tanto, es aquel que prolonga la vida o mejora del alimento envasado mediante la interacción con éste.
Fuente: Quo