Detectar a tiempo los errores alimentarios que se repiten con frecuencia ayuda a mejorar la dieta, prevenir enfermedades y llegar a la madurez sin achaques. ¿Cuáles son los errores frecuentes en la dieta y cómo corregirlos?
- Desayuno frugal o mal desayuno. Tras varias horas de ayuno, un desayuno saludable debe cumplir el propósito de brindar un extra de energía para afrontar con buen ánimo y buen ritmo todas las actividades matutinas. La sensación de seguir cansado por la mañana, la pesadez de cabeza, la turbidez mental, el mal genio repentino, la falta de concentración o los altibajos emocionales se explican en parte porque no se ha desayunado, porque el desayuno es insuficiente o porque no es el adecuado.
- Más azúcar de la cuenta. El exceso de azúcares tiene consecuencias: aumento de peso, hipertrigliceridemia, hipoglucemias reaccionales, trastornos del humor y del estado de ánimo (irritabilidad, ansiedad…). La clave está en identificar todos los alimentos azucarados de consumo habitual: el propio azúcar, la bollería, repostería y pastelería, refrescos y zumos azucarados, galletas, cereales, chocolate, chucherías e, incluso, un exceso de frutas.
- Demasiada proteína animal. Este exceso alimentario se asocia a un aumento de la excreción urinaria de calcio (huesos más frágiles), más riesgo de obesidad, trastornos cardiovasculares e hipertensión arterial.
- Mucho gusto por la sal. El consumo de sal es el factor más importante en el aumento de la presión arterial y, por consiguiente, de las enfermedades cardiovasculares. Además, una dieta alta en sal tiene efectos nocivos directos, con independencia de su efecto en la tensión arterial. Entre otras cosas, aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular (ictus), la hipertrofia ventricular izquierda y la enfermedad renal. Un exceso de sodio (la sal es el condimento que más sodio contiene) altera el funcionamiento de varios órganos y sistemas, como el corazón y el circulatorio, los riñones, el hígado y los huesos.
- Productos con grasas trans. Las grasas y/o aceites parcialmente hidrogenados (grasas trans) son productos de elaboración industrial empleados en la fabricación de bollería y repostería industrial, charcutería, precocinados (pizzas, lasañas, canelones, etc.) y snacks salados. El consumo continuado de grasas trans tiene consecuencias nefastas para la salud coronaria: aumenta el colesterol malo y reduce el bueno.