Son al menos siete las sorpresas guardadas en la computadora de Lino Cattaruzzi, un argentino que vive en la Ciudad de México.
Este hombre dirige Google en México, empresa que internacionalmente vende unos seis mil millones de dólares al mes.
Google trabaja todo el tiempo en nuevos productos que harán ver a tu empresa, como en la edad colonial.
Uno. ¿Qué harías con un internet 20 veces más rápido en casa? Ellos tampoco lo saben.
No obstante Google Fiber prueba ya esa velocidad capaz de bajar una película en 15 segundos. Google quiere saber para qué sirve, tal como alguna vez probó un mejor motor de búsqueda.
Dos. ¿Los medios no te atienden bien? Google Now te informa ya en la mañana de lo que sólo a ti te interesa: tipo de cambio, temperatura y claro, los detalles de tráfico para alcanzar el vuelo de la tarde.
Tres. Chauffeur, el sistema de conducción automática de Google va en serio. Lleva meses con autos inteligentes en operación en carreteras con un conductor humano que sólo responde en casos de emergencia. Hasta el momento no ha sido requerido el servicio de esas personas. Usted muy pronto podrá “textear” mientras su coche conduce por usted. Prometen menos tráfico y menos accidentes en las calles.
Cuatro. Proyecto Loon. Internet para todos. Todos. Google pone a volar globos transparentes, les cuelga una máquina parecida a la que proporciona WiFi en su casa, pero poderosa.
Los globos se conectan entre sí y otorgan conexión, por ejemplo, a los celulares de jóvenes en un pueblo remoto al que nadie le pone hoy atención.
Cinco. Nanopartículas. Toma una cápsula por la mañana, digiérela y ésta detectará elementos raros en tu torrente sanguíneo, como los del cáncer u obstrucciones en las venas. El médico se enterará antes de que algo pase y podría evitar ese carísimo tratamiento… o, de plano, la muerte.
Seis. Proyecto Ara. El celular “Lego”. ¿Hay una nueva cámara disponible? No cambies todo el smartphone, sólo compra la pieza y ponla en… dos segundos.
Y siete. Este planeta en engorda tendrá una solución para los diabéticos. Un lente de contacto detecta la cantidad de glucosa en la sangre y suministra insulina si es necesario. Sin dolor. El nivel de batería en el pequeño dispositivo puede verse al cerrar los ojos. ¿Luz verde? Todo en orden. ¿Luz amarilla o roja? A buscar el cargador.
Si no tienes ese lente en el ojo en este momento, es porque los reguladores no van a la velocidad de la tecnología y ellos deben aprobar su uso antes de que el dispositivo salga al mercado.
