El abandono, la decadencia, poseen una estética particular y para algunos altamente atrayentes, una belleza singular que en cierto modo se distancia y hasta se opone de esos cánones que prefieren la perfección de las formas y la viveza de los colores.
Lo curioso de este fenómeno es, sin embargo, que no resulta fácil decir si esa belleza es anterior al abandono o si comenzó a nacer con el descuido de sus áreas verdes, el óxido en sus metales, el paulatino tránsito de su esencia hacia la sombría zona del deterioro.
El Cristo del Abismo en San Fruttuoso Italia
Kolmanskop, en el desierto de Namibia
Casas-domo en el suroeste de Florida
Isla Holland en Chesapeake Bay, EEUU
Una estación de trenes en Częstochowa, Polonia
Bodiam Castle, East Sussex, Inglaterra
Angkor Wat, Camboya
Un yate hundido en la Antártida