El Sr. Indiferente del Despacho Oval rara vez se muestra emotivo.
Sin embargo, en un asunto —las armas— el presidente Obama deja caer la máscara pública, develando la ira que le hierve por dentro.
“Nos hemos vuelto insensibles en cuanto a esto”, se quejó Obama en octubre, su voz llena de incredulidad y frustración luego de otro asesinato masivo.
Ante las cámaras, conmovido por las masacres de inocentes que han marcado su presidencia, Obama ha llorado, su voz se ha quebrantado, está visiblemente alterado con frustración, criticó a los legisladores que considera cobardes e incluso dirigió a una congregación en “Amazing Grace”.
En ocasiones, el presidente cuestionó la nación que lidera, preguntándose por qué ningún otro país avanzado parece estar tan plagado con oleadas de asesinatos regulares y preguntándose en voz alta por qué los estadounidenses no optan por detener el derramamiento de sangre.
Al evolucionar de un ciclo de tristeza, dolor arrollador, frustración y absoluta furia, Obama incluso ha mostrado indicios de auto-recriminación ante el hecho de que falló anteriormente en abordar la pérfida política del control de armas.
Pero, hasta ahora, todos los sentimientos, ira y frustración han hecho muy poco. A pesar de que cada vez más ha hecho uso de sus poderes ejecutivos, Obama, obstaculizado por un Congreso republicano y por Demócratas precavidos, ha fracasado en ajustar significativamente las leyes de control de armas.
Fuente: CNN Español