“Te va a encantar, necesitas encontrar tu centro” me dijo Vero mi amiga cuando me platicó del Birhkam Yoga. Vero es la culpable de que yo haya terminado mi primera carrera (en caminata), la del día del padre en junio del 2007. Creo que se siente con el derecho moral de aconsejarme y guiarme por mi senda deportiva. Después de todo, ella estaba en la meta aquella vez esperándome a que yo cruzara. “Pues mira, sudar es sexy no? pero odio la yoga” le conteste. “Ay Gueraaaa!” (como si no oyera esa frase miles de veces al día) “Cuando te he enseñado algo que no te guste?”, que chantajista…Le dije que estaba bien, aunque la clase empieza a las 6:30 am. Orale. Empezamos mal.
Esta mañana, pensando en que ponerme (los atuendos al final importan muchísimo, que tal que se me nota lo no aryuveda), armada en spandex y camiseta (a ver, seguimos bien) llegué a la cita. Linda casona, antes mueblería, en la Col. Florida. Cuando entré a la sala ya estaba ella esperándome. Casualmente tengo un mat de yoga, pero no me había dado cuenta de lo desentonado que era para la ocasión, naranja, cuando todo era sobrio en cafés, negros y madera. “Chido”, pensé, “la única que parece que hace yoga enfrente de la tele soy yo”. Agua helada, gatorade helado, vick vapor rub listo por si el olor a humanidad me mataba (al final soy super outdoor sports). Namasté. Ok. ya estoy sudando y apenas me saludan. Sale el maestro, Shorts negros con camiseta. Cuando empieza con la primera posición, se quita la camiseta. Orale, como el de la tele, pensé. Empiezo a fluir. Y a sudar. Y a tomar agua. No voy a poder. Claro que puedo. Claro que puedo. La mente es todo. Hijole, que calor. Volteo a ver a Vero y esta super concentrada. Yo pensé que se iba a reír de mi tantito. No, ni siquiera me hace caso, de hecho, toma un lugar super lejos de mi, supongo que ya me conoce. Bien, a encontrar mi centro, pues. Me duele. Sudo.
Junto a mi, una señora ya mayor con muchísima agilidad. Pues como, si yo corro todos los días? A ver, cuanto falta? ya llevo 45 minutos. Trato de localizar a alguien que le cueste trabajo, de repente me siento solita, necesito a alguien torpe como yo, entonces giro la cabeza y en el espejo me veo. Ja! Sip, soy la única que no tiene ni idea. Toda la clase va con ritmo, parejitos, cuando me agacho, noto que la ultima pierna que se ve en el espejo es la mia. Minuto 81. Me falta poco, ya me acabé el agua, empiezo con el gatorade. Vamos. 9 minutos mas. Empieza la relajación, se baja el ritmo. Volteo a verme. Aguanté. Me doy cuenta de mi respiración, es lenta, pausada, Aplauden. Voy a tomar ese aplauso para mi. El cuate de enfrente me ve de reojo, en mala onda, supongo que para checar que no me morí. Namasté para usted también asshole. Mi cuerpo resistió el ataque de calor.
Soy buenísima, soy la reina de la yoga, me siento perfecto, nací para esto. Entonces hablo con el instructor y me hace notar algunas cosas (ya sé wey, no me interesaba la yoga, pero I’m a natural). Salgo y cuando llego al vestidor, de repente, se me dobla una pierna. Me mareo un poco. Me siento en la banquita del vestidor. Que no me vea Vero que me siento mal. No aguantaría la burla. La conozco perfecto y no soporto el “Te lo dije”. Cuando me quito la ropa, no puedo creer, casi la podría exprimir. Me meto a la regadera y la abro con agua helada. Extrañamente, un minuto después me siento perfecta. No me duele gran cosa el cuerpo. Me siento tranquila. No me reí en toda la clase, chale, o sea. Me concentré y terminé lo que tenía que hacer. Estaré dejando de ser yo? Esto de encontrar el centro me esta gustando.
Saliendo Vero me pasa la mano por el hombro, súper cariñosa. “Te lo dije”. “Mañana a las 6:30 otra vez?…
Alicia Alarcón