Desde tiempos inmemoriales, cuando los hijos llegan a la edad donde necesitan mayor guía de sus padres, una frase definirá su forma de comportarse: “Si te agarran con los calzones abajo, se los estás vendiendo”.
He escuchado consejos muy similares a ése entre amigos y familiares. Se trata de respetar un código masculino basado en negar toda conducta que pueda traer problemas; seas culpable o no. Pero sobre todo, de complicidad entre congéneres.
Tengo la teoría de que las mujeres no pueden. Cuando te muestran las evidencias lo confiesas todo, y eso es porque negar las cosas no está dentro de la tradición oral de las mamás, al menos mexicanas. Ellas pueden guardar silencio por años, pero nunca mentir si existen pruebas contundentes.
Para demostrarlo, hagan un sencillo experimento: Pregunten a una mujer “¿Ayer estuvo tu amiga contigo toda la tarde?” ella contestará con la verdad, mientras un hombre siempre dirá primero “Sí, toda la tarde” y luego llamará a su amigo para preguntar por qué necesitaba una coartada. Aún agarrándolos desprevenidos y formulando las preguntas en forma de aseveración (“Ayer no estuvo contigo toda la tarde, ¿dónde estaba?”) ellos no hablarán. Cuenta la leyenda que sólo las mujeres realmente hábiles pueden obtener información en casos así, pero nadie ha podido comprobarlo.
Obviamente estoy generalizando, pero de eso se trata esta columna.
Tengo muchas historias así para contar, dejen sus comentarios con las suyas.