El pasado lunes, guardias del Tsavo Park de Kenia descubrieron el cadáver de un enorme elefante mientras realizaban una revisión aérea de rutina.
El elefante se llamaba Satao II, tenía alrededor de 50 años y murió a causa de una flecha envenenada disparada por cazadores furtivos.
Satao era uno de los pocos que quedan de la raza “big tusker” o “súper colmillos” (llamados así cuando cada colmillo supera los 45 kilos de peso), de los cuales quedan únicamente 25 en todo el mundo.
Su nombre fue tomado de otro ejemplar que murió a manos de cazadores en 2014 y era uno de los animales favoritos de los visitantes, por lo cual, su muerte representa una lamentable pérdida para el parque nacional. Hasta ahora, se han detenido a dos sospechosos de su muerte.
La matanza de elefantes sigue siendo una situación alarmante en África y Asia. Diferentes organizaciones conservacionistas calculan que se sacrifican unos 30.000 ejemplares cada año para obtener su marfil. La mayor parte de éste circula en el mercado asiático, donde se usa con fines medicinales o como símbolo de status.
Con información de playgroundmag