Tiffany Alberts quería que su hijo con leucemia fuera trasladado a otro hospital para recibir un mejor tratamiento y por ello decidió inyectarle su propio excremento al paciente de 15 años.
Después de que el niño presentara un fuerte infección, los doctores decidieron realizarle diversos exámenes, los cuáles arrojaron como resultado que el menor tenía organismos en su sangre que normalmente se encuentran en las heces de humanos.
Con estos resultados el parte medico decidió vigilar la habitación por medio de cámaras se seguridad, y fue cuando vieron que la madre inyectaba cada noche al menor con una sustancia extraña en el empaque del suero. Finalmente, la madre aceptó las acciones que pudieron haber terminado con la vida de su propio hijo. Fue detenida y acusada de agresión agravada y negligencia parental.