Cuando escuchamos hablar de prostitución infantil, la primera reacción de la mayoría, es lamentar mucho la situación de esos niños, aunque no dejamos de verlo como un tema lejano a nosotros, pero la realidad es distinta. Esta terrible problemática se encuentra en nuestro país, de hecho, la Unicef nombró a Acapulco como la ciudad número uno en prostitución infantil, seguida de Cancún y Tijuana.
Hace algunos años el problema más grave se encontraba en Cancún, pero al sentirse señalados, los pederastas buscaron otro lugar que tuviera playa y drogas, en esta ocasión, Acapulco, todo un paraíso con carne joven.
Se dice que la red de prostitución infantil más grande en esta zona es manejada por tailandeses y, personas involucradas en el negocio, han dicho que deja más dinero que la venta de drogas. Los clientes son americanos, canadienses, franceses y mexicanos.
Existen dos tipos de niños en esta situación: los que son prostituidos a la fuerza por sus padres o por algún adulto y los que deciden hacerlo como un trabajo, ya que lo ven como una manera de ganarse la vida.
Inician entre los 8 y 9 años, se da tanto en hombres como en mujeres y muchos vienen de sufrir violaciones de algún familiar.
Cobran entre 200 y hasta los 2 mil pesos, dependiendo del servicio, aunque algunos lo hacen a cambio de ropa o drogas, ya que la mayoría son adictos. La más económica y que tienen al alcance es la piedra.
Se calcula que en Acapulco, al día de hoy, se prostituyen 2 mil niños, de los cuales el 50 por ciento son hijos de madres indígenas, quienes los obligan.
“Uno necesita el dinero, si nos dieran trabajo, dejábamos esto”, fueron las palabras de un niño que se dedica a vender su cuerpo por dinero.
Según el sitio Plumas Libres, el destino de estos niños es trágico, ya que mueren asesinados, por sobredosis o sida.
Con información de Plumas Libres.
