En Israel todo es fiesta tras la liberación de Guilad Shalit, quien permaneció 5 años en cautiverio. A cambio de su liberación, el gobierno israelí dejó libres a 280 presos de Hamás con cadenas perpetuas que se ganaron por graves atentados.
¿Este intercambio acerca la paz entre ambas naciones? Por lo menos a corto plazo, no lo parece.
En Israel, las reacciones al intercambio han sido más bien adversas. El comentarista Najum Barnea publicó en su columna de hoy que este acto demostró que la capacidad de disuasión de Israel ha sido dañada; “la misión ahora es recuperarla”.
Varios miembros del gobierno han expresado que se debe aprobar la pena de muerte.
Por su parte, el Ejército y los servicios de inteligencia aseguran que el Estado puede asumir el riesgo de la liberación de mil 27 presos palestinos; el gobierno de Netanyahu aún no establece una postura oficial para los siguientes casos de cautiverio o secuestro. Un cambio de “uno por uno” sería uno de los principios.
“Es muy bonito decir que no negociaremos más con los terroristas o que cambiaremos uno por uno pero cuando vuelvan a secuestrar, la familia y la opinión pública presionarán para liberarle. Hamas lo sabe y se aprovecha. Sabe que para nosotros la vida de un israelí es sagrada”, dice una fuente del gobierno israelí.
En Palestina, es evidente que este intercambio fortaleció a Hamás, que además encontró un nuevo aliado en Egipto. Con los presos en sus casas y la alegría de las familias, este grupo puede aceptar que se celebren elecciones.
En las calles palestinas, se refuerza la opinión de que el gobierno israelí “solo entiende el lenguaje de la fuerza”.
Pero la motivación para capturar más soldados o ciudadanos israelíes tiene que tener en cuenta el alto precio que tuvieron que pagar por Shalit: bloqueo, cientos de muertos…
Fuente: El Mundo