Ricardo Miguel Cavallo fue condenado a cadena perpetua en Argentina, 11 años después de haber sido detenido en México, por haber cometido crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura militar de aquel país (1976-1983).
Cavallo escuchó el fallo al lado de otros 17 ex militares, que ocuparon el banquillo de los acusados desde que el juicio por secuestro, tortura o desaparición de 89 víctimas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) comenzó en Buenos Aires en diciembre de 2009.
Ricardo Miguel Cavallo, alias “Sérpico”, fue nombrado director del Registro Nacional de Vehículos de México (Renave) a mediados de 1999.
El 24 de agosto de 2000 se publicó en los medios un reportaje en el que se descubrió la identidad de Cavallo, quien se hacía pasar por empresario, como un torturador de la dictadura argentina, y el 27 de ese mes fue ingresado en el Reclusorio Oriente, luego de ser detenido en Cancún, cuando intentaba abordar un vuelo rumbo a Argentina.
El juez Baltasar Garzón, quien requería al argentino para juzgarlo por genocidio, terrorismo y tortura, logró que la justicia mexicana lo enviara en 2003 a España, donde permaneció durante 5 años hasta que, en 2008, finalmente fue llevado a Buenos Aires.
En sus audiencias judiciales en Argentina, Cavallo negó los cargos en su contra y denunció una “venganza” del Gobierno argentino contra todos aquellos que colaboraron con la dictadura militar.
Exigió su libertad, pero los jueces lo mantuvieron preso, le decretaron embargos por más de 6 millones de dólares y, finalmente, ayer le dictaron sentencia.
Entre los condenados junto con Carvallo está el ex capitán de fragata Alfredo Astiz, uno de los mayores símbolos de la represión militar. Otros cuatro imputados recibieron penas de entre 18 y 25 años de prisión, mientras 2 fueron absueltos.
Tras la lectura del fallo, hubo una explosión de lágrimas de alegría, abrazos y aplausos entre los familiares y militantes de derechos humanos, quienes gritaban “¡genocidas!” y entonaban “¡como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar!”.
Fuente: Reforma