¿Por qué Gabriel García Márquez fue un fanático de Cuba?

 Sus antiguos compañeros lo recuerdan con su cabello encrespado y su gran mostacho negro, casi montado sobre el cigarrillo que invariablemente llevaba entre los labios. Una foto de la época lo retrata vestido de traje y corbata en el aeropuerto de La Habana, bajo el sol abrasador del Caribe, junto al periodista argentino Jorge Ricardo Masetti.

Era el Gabriel García Márquez de 1960, un aspirante a escritor de 33 años, que se había instalado en La Habana durante seis meses, seducido por la gesta de los guerrilleros de la Sierra Maestra, para trabajar con Masetti, el argentino Rodolfo Walsh, el uruguayo Carlos María Gutiérrez y otros periodistas de leyenda en la recién creada agencia estatal de noticias Prensa Latina.

Cronista de pura sangre y reportero de fino olfato, sabía que se encontraba en el lugar y el momento oportunos, en el parto de un hecho histórico, que él quería verlo y contarlo, como recordaría alguna vez su colega argentino Jorge Timossi, otro de los fundadores de Prensa Latina, reseñó DPA.

Fue la época en que se enamoró de Cuba y de su revolución, a las que sería fiel hasta su muerte, a pesar de las críticas de muchos de sus amigos intelectuales, algunos de ellos de izquierdas, que jamás le perdonaron su adhesión incondicional a la causa revolucionaria y a su líder histórico, Fidel Castro.

Amigo personal del “patriarca” cubano y asiduo visitante de la isla durante décadas, el autor de “Cien años de soledad” nunca criticó públicamente al régimen comunista de La Habana.

“Un hombre -en opinión del diario oficial cubano “Granma”- que para los cubanos es como uno más entre nosotros, por su solidaridad inclaudicable, sus idas y vueltas por la Isla y, sobre todo, por su entrañable amistad con Fidel”.

Su amigo y biógrafo Plinio Apuleyo Mendoza, escribió que García Márquez era amigo de Castro, pero no partidario del sistema, porque había quedado muy “desencantado” del socialismo que vio durante una gira por el “mundo comunista”. Él mismo, ante una pregunta de la prensa, negó ser comunista: “No lo soy ni lo he sido nunca”, dijo.

Con ojos de periodista, su ex jefe en la agencia cubana, Jorge Ricardo Masetti, pensaba que Gabo era un hombre al que le gustaba “estar en la cocina del poder”.

A pesar de haber sido fundador de Prensa Latina, García Márquez conoció personalmente a Fidel Castro recién a mediados de la década de los 70, cuando ya había escrito una serie de reportajes -“Cuba de cabo a rabo”- en los que no ocultaba su admiración por la Revolución Cubana y su conductor.

Por aquella época, según el filósofo francés Regis Debray, colaborador de Ernesto “Che” Guevara en su aventura de Bolivia, Fidel Castro no estaba muy convencido de la “firmeza revolucionaria” del escritor, a pesar de que el futuro Nobel había pasado de puntillas por el “proceso stalinista” de los años 70 contra el poeta Heberto Padilla, que supuso la ruptura de muchos intelectuales con La Habana.

“La nuestra es una amistad intelectual, cuando estamos juntos hablamos de literatura”, explicó el autor de “El otoño del patriarca” en los años 80.

 

Fuente: El Universal