Masahiro Kobayashi presentó en el ‘Festival Cines del Sur’, en Granada, su última película, titulada Haru tono tabi o, en inglés, Haru’s Journey. Una de las razones que hacen tan importante el estreno de esta película es que sus escenas finales fueron filmadas poco antes del tsunami que arrasó la costa oriental de Japón en marzo pasado. Dichas escenas transcurren en Kesen-Numa, un sitio que en la cinta se muestra como un lugar bello y cálido, pero que ahora, después de la catástrofe, es un caos lleno de lodo y ruinas.
Para Kobayashi, el incidente no sólo transformó el destino y futuro de Japón, sino también su pasado. El tsunami se volvió, repentinamente, una referencia temporal ineludible para el cineasta.
La película cuenta la historia de Tadao, un pescador que, por su edad, tiene que dejar de trabajar. Se vuelve dependiente, entonces, de su nieta Haru, a quien despiden de la primaria donde trabaja. Ella pretende irse a Tokyo en busca de más oportunidades y él se da cuenta de que está estorbando. A Kobayashi le preocupa la situación de los ancianos en Japón, ya que están muy desprotegidos y nadie vela por ellos. Por eso realizó Haru’s Journey.
El director ya había rodado anteriormente en Kesen-Numa. Además, tenía ahí una casa que solía visitar en sus tiempos libres. La historia de su película, aunada a la situación que vive Japón actualmente, hacen parecer a Kobayashi un hombre tímido y, sobre todo, triste. Le duele que la gente quiera regresar a ese lugar y el gobierno no se lo permita todavía. El deseo de los hombres de reconstruir la ciudad en el mismo lugar, a su parecer, habla de la condición humana.
Kobayashi siente, como creador, una fascinación notable por las emociones humanas y cómo éstas se confrontan entre sí. Ello, inevitablemente, ha arrojado algunos mensajes sociales en su obra. Sin embargo, al cineasta no le gusta que lo identifiquen como un artista social comprometido, puesto que no tiene posturas políticas en sus filmes.
Fuente: El País
Foto: ABCNews