Reconocer los estados de ánimo, propios y ajenos, y aprender a manejarlos beneficia al ser humano en todas las etapas de su vida. Descubre cómo el desarrollo de la inteligencia emocional repercute en la pareja, la familia, el colegio o el trabajo.
El portal www.inteligencia-emocional.org, dirigido por Abel Cortese, el principal investigador de esta materia en Argentina, define el concepto como “la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar los estados anímicos propios y ajenos“.
El desarrollo de la inteligencia emocional genera habilidades internas de autoconocimiento, como la conciencia propia, la motivación y el control emocional; y externas, como la empatía y la destreza social, que engloba aquellas aptitudes relacionadas con la popularidad, el liderazgo y la eficacia interpersonal.
El psicólogo argentino Abel Cortese está convencido de que la aplicación de la inteligencia emocional en el aula “crea mejor clima, los alumnos están más contentos, más relajados, y eso aumenta su rendimiento académico”.
Los trabajadores con mayor inteligencia emocional tienen una dedicación y satisfacción laboral superior a la de sus compañeros, según un estudio difundido por la Universidad de Haifa, en el norte de Israel.
Además, las mujeres emocionalmente inteligentes disfrutan más del sexo, según una investigación del King’s College de Londres que publicó el “Journal of Sexual Medicine”.
“La inteligencia emocional parece tener una incidencia directa en el funcionamiento sexual de las mujeres, al influir en su capacidad para comunicar sus expectativas y deseos sexuales a su pareja”, explicó la psiquiatra Andrea Burri, directora de la investigación.