David Hayes Bautista
Si Estados Unidos pudiera aumentar la esperanza de vida de su población, sin invertir en servicios de salud o tecnología médica, sería un sueño hecho realidad.
Este país se enfrenta a la “paradoja latina“: los latinos son el grupo más saludable y con mayor esperanza de vida, a pesar de que no tienen seguro médico, no van al médico tan seguido, y cuando lo requieren, reciben servicio de salud de menor calidad. Aún así, presentan los menores niveles de infartos, enfermedades cardiacas y cáncer; las mujeres reciben menos cuidados prenatales, y aún así la tasa de mortalidad infantil entre los latinos es la más baja.
Distintas investigaciones arrojan resultados distintos. Una de ellas, arroja que los latinos tienen mejores hábitos sociales y de salud. Por ejemplo, las mujeres son menos propensas que el resto de las norteamericanas a fumar y beber alcohol, lo cual puede explicar la menor tasa de mortalidad infantil. Además, parece que este grupo tiene una mejor alimentación – comen más frutas y verduras en su dieta – y hace más ejercicio, básicamente porque la mayoría no cuentan con un auto.
Pero no todo es positivo. Estas mismas investigaciones sugieren que los hábitos saludables van disminuyendo de generación en generación. Alcohol, tabaco y comida rápida son los tres factores que hacen a los latinos de segunda y tercera generación menos sanos – y menos longevos – que sus antecesores.