México remontó todo. Dos goles en contra, dos lesionados que salieron del campo, la decepción inicial, todo. Y se levantaron para ganar con un contundente 4-2 sobre el odiado rival, Estados Unidos.
El escenario estaba listo, las gradas llenas, el clima perfecto, el rival enfrente, y una selección mexicana con la templanza reflejada en el rostro. Ambos equipos se posicionaron para escuchar los himnos nacionales. El primero fue el de México, entonces el estadio se cimbró, las voces de cerca de 100 mil aficionados entonaron el himno con las gargantas aferradas a una ilusión. Después, el de Norteamérica sólo se escuchó como un murmullo arrancado del aire.
El inicio fue abrumador para los americanos, el equipo azteca era dominador del balón, los pases rápidos y los desbordes por las bandas mantenían tan ocupados a los once vestidos de blanco como para intentar atacar, pero la suerte estuvo con ellos. En un tiro de esquina, al minuto 8, Michael Bradley se desmarcó lo suficiente para peinar con la cabeza el balón que colocó a México en desventaja.
Los mexicanos no desesperaron, y siguieron con su juego, tocando la pelota, rematando al arco, aunque sin la codiciada anotación. Fue entonces que, en un descuido de los defensas mexicanos, el eterno verdugo, Landon Donovan, recibió un pase que no desaprovechó para anotar al minuto 22. Después de esto parecía que el futuro se nublaba, y todavía peor cuando, de la nada, Carlos Salcido abandonó el campo por lesión y fue sustituido por Torres Nilo. Y aunque parecía que lo peor había llegado, sólo seis minutos después el “Chicharito” aprovechó un balón en el centro de la cancha para filtrarlo a Pablo Barrera, quien corrió como ratero detrás del esférico, y ya en el área patearlo con la espinilla para incrustarlo así en el fondo de la portería.
El campeonato de esta Copa Oro dará el pase directo a la siguiente Copa Confederaciones que se celebrará en Brasil, previo a la Copa del Mundo.
El minuto 35 fue determinante, pues llegó el empate mexicano, por obra de Guardado. Ante un disparo de Giovani, atajado por el portero Howard, Guardado aprovechó el rebote para lanzarse por el balón y rematar con furia ante la humanidad del arquero estadounidense para que el balón entrara en cámara lenta a la red. Sin embargo, no todo fue festejo, sólo unos momentos después tuvo que salir también Márquez por lesión, sustituido por Reinoso. Así transcurrieron los últimos minutos de la primera mitad.
Ante un panorama igualado la selección salió con nuevos bríos, buscó desde el inicio y encontró. Fue en el minuto 4 del segundo tiempo cuando Barrera se vistió de héroe. Recibió un balón cerca del área que controló con destreza y cruzó de nuevo a Howard para dar la voltereta. A partir de aquí bajó de intensidad el encuentro, aunque con oportunidades más claras de Estados Unidos. Así que el “Chepo” decidió sacar a Barrera y meter a Jesús Zavala, para cuidar la ventaja.
Sólo unos minutos después, apareció el artesano representando un arte efímero. Los escasos segundos en los que sucedió quedarán guardados en la mente de millones: Giovani recibió un pase filtrado en el área chica del marco rival, con templanza dio media vuelta para alejarse unos metros, debido al acecho de Howard. El portero se lanzó por el balón, y como si el mexicano tuviera atado el balón a su pie, se alejó, siempre con el esférico entre él y su adversario, para moverse en diagonal con dirección hacia la media luna del área grande, ante un arquero que lanzaba manotazos por recuperar el codiciado objeto. Y fue así que Gio punteó el balón que hizo una parábola perfecta sobre jugadores propios y extraños, en dirección al ángulo cruzado para pasar por el espacio resultante entre la cabeza del defensor, que saltaba con todas sus fuerzas, y el travesaño. Ésta será, quizá, la mejor anotación del mexicano en su vida.
Después de este acontecimiento, lo demás es historia, el partido terminó con un México superior, magnífico. La sexta Copa Oro ganada por este país supo a gloria, cuatro veces gloria.
Fuente: La Primera Plana