Estamos a solo unos días del inicio de lo que sin duda, será el evento más importante en materia de medio ambiente para nuestro país. Me refiero a la Décimo Sexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 16) que tendrá lugar en Cancún.
El ambiente que reina alrededor de este evento es de deseperanza y frustración, gracias a que una vez más, ni Estados Unidos ni China suscribirán un acuerdo que los obligue a reducir sus emisiones y que los comprometa a pagar algún tipo de sanción por no hacerlo.
Aceptémoslo, no lo harán ni en la COP 16 ni en la COP 47. La razón es simple, el costo que conlleva reducir las emisiones de países tan grandes, en todos los sentidos, es simplemente abrumador.
Sin embargo, esto no debería ser razón para perder la esperanza. ¿Por qué? Si miramos más a fondo, podemos ver que ambos países están llevando a cabo esfuerzos importantes a nivel local para reducir sus emisiones. Pese a lo que se sostenga, tanto China como Estados Unidos tienen un compromiso con ellos mismos, aunque sencillamente, no pretendan hacerlo obligatorio.
Así, si estos dos países no suscribirán ningún compromiso, ¿qué podemos esperar de la COP 16?
La respuesta, desde mi punto de vista, implica un panorama esperanzador para México. Desde ahora se habla de los acuerdos a los que se podría llegar para fortalecer los programas REDD (Reducción de emisiones por deforestación y degradación) y en los que se abordará cómo simplificar las reglas de operación. También será importante la discusión al respecto de cómo van a operar los recursos internacionales que ya existen y que podrían ser destinados para financiar programas de reducción de gases efecto invernadero, en países que presenten proyectos viables y atractivos.
En otras ocasiones he insistido en la necesidad de combatir la deforestación que coloca a México en niveles de pérdida de más 60 mil hectáreas por año, y a la vez he mencionado el potencial que tiene nuestra industria forestal. Para mejorar estas condiciones, debemos volver a los bosques un eje de desarrollo y crecimiento económico. Esto ya pasa en otras naciones y no hay excusa para que en la nuestra no lo podamos hacer. Poder implementar proyectos REDD es una excelente manera de lograrlo, y estamos ante una gran oportunidad.
Pese a ello, tenemos que ser realistas, sin dinero sería ocioso pensar en conseguir algo serio. Cualquier política pública que no se vea reflejada en una partida presupuestal, es mera demagogia. Por ello, la posibilidad de contar con un mecanismo más sencillo para obtener recursos que ayuden a implementar programas exitosos de mitigación (que el presupuesto NINI enviado por el ejecutivo para 2011 no los contempló) es una gran noticia.
Tenemos que convertir a México en el país receptor por excelencia de estos fondos. ¿Por qué digo esto? Por que México tiene un potencial enorme de mitigación, hoy somos el treceavo emisor más importante del mundo y en un descuido entraremos al top ten.
La pérdida de bosques y el cambio en el uso de suelo es el tercer sector que más gases de efecto invernadero genera, por ello, contar con programas que combatan este rubro y tener suficiente dinero para su implementación, sería un gran resultado para México en la COP 16.
La buena noticia es que estos son los acuerdos que hasta el momento suenan más factibles, así en vez de lamentarnos por la falta de compromiso de otros, seamos positivos y empecemos a pensar en nosotros, en dónde implementaremos estos proyectos, una vez conseguidos, y cuánto dinero necesitamos gestionar para empezar cuanto antes.
*Rafael Pacchiano es Diputado Federal por el PVEM en la LXI Legislatura, y miembro de la comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales.