Pagar por abrazar o acurrucarse es una práctica cada vez más extendida en el país americano. Ni tener sexo ni conversar ni masajear. Tan solo abrazar.
En la actualidad, existen 20 empresas en todo el país dedicadas a los abrazos a cambio de dinero.
Convertirse en abrazadora es lo mejor que he hecho en toda mi vida”, explica Rebecca Rodrigues, que se considera abrazadora profesional.
“Estoy enamorada de que mi trabajo sea repartir amor”, añade la también abrazadora Samantha Hess.
Ambas cobran a sus clientes unos 50 euros la hora por dormir acurrucados junto a ellas.
Defienden que no hay nada detrás de esta práctica, pero los sectores conservadores de EU no están de acuerdo.
“ No hay manera de que no exista acoso sexual en algo así. Sin ánimo de ofender a los hombres, no conozco a ninguno que solo quiera acurrucarse”, explica Tony Smiith, abogado estadounidense crítico con esta práctica.
Visto como una prostitución encubierta, ha llegado hasta el punto de que la app Cuddler –una especie de Tinder de abrazos– tuvo que ser retirada por las críticas que estaba recibiendo.