Christian el “Chucho” Benítez anunció que dejaba al América de México al tiempo que estudiaba ofertas para jugar en las ligas de Inglaterra, Italia y Qatar; porque dijo: “Quiero asegurar el patrimonio de mi familia”.
Al final se decidió por los 18 millones de dólares que ofreció Al Jaish SC, donde debía afrontar un idioma y costumbres totalmente apuestos a todo lo que conocía.
Sin una definición sobre su futuro, Christian jugó la Final del Torneo Clausura 2013 contra Cruz Azul, al que no le anotó en 180 minutos ni la prórroga, pero sí en la tanda de penales rumbo al campeonato; por segunda vez desde que llegó a México a los 21 años en 2007 ganaba la Liga (con Santos Laguna, en el Clausura 2008).
Con el trofeo de campeón, Christian se llevaba también cuatro títulos de goleo (junto los Apertura 2010, Apertura y Clausura 2012) y con copa en mano reafirmaba su deseo: “la verdad, sí quiero salir; ahora sí ya cumplí, es el momento. Siento que he dado todo (La Afición, lunes 27/5)”.
Un mes después anunciaba Al Jaish SC su contratación, se convertía en la estrella más cara en la historia del futbol qatarí desde 1963, un futbol que no está en las prioridades de esa sociedad, pero al que el petróleo y el gas no le escatiman recursos.
El domingo 28, Christian recién jugó sus primeros minutos, entró de cambio y no marcó en el triunfo de su equipo sobre el Qatar SC en la Sheikh Jassim Cup; a la hora se fue a cenar con su esposa Lizeth Chalá.
A las 20:30 horas, Christian se quejó de dolores abdominales, él y su esposa llegaron al hospital Al Alhi, que no fue el mismo en el que el delantero se hizo los exámenes médicos el 4 de julio para que se concretara la firma del contrato con el club (día 15); aquél fue el Aspetar, de medicina deportiva. Regresó al hotel.
A las 3 de la madrugada, cuenta Cléber Chalá —el suegro de Christian— que su hija Lizeth le llamó por teléfono para contarle la urgencia: Christian sufría de dolores severos, habían regresado al hospital y dos horas después —con sedantes de por medio— no recibía aún la atención en momentos críticos; para cuando un médico lo atendió, el ex del América convulsionaba y caía en el coma del que ya no saldría.
“Siento que me muero”, le habría dicho Christian a Lizeth y le encargó el cuidado de sus hijos aún unos bebés.
En su página oficial, el club confirmó la participación del ecuatoriano en la tercera ronda del Sheikh Jassim Cup —la copa del jeque—, “sin quejarse de algún problema de salud”; y se agregó escuetamente que sufrió “un infarto agudo al miocardio”.
Ecuador y el mundo quedaba atónito ante la muerte en tan extrañas circunstancias, mientras se sabía que el cuerpo de Christian llegará a Quito en el jet del jeque dueño del club.
A los 27 años se acaba la vida de un atleta que nunca fumó ni tomó, y al que Ermen recuerda decirle con cariño “¡mi’jo, no sé cómo tú te vas a casar, casi no hablas”, pero que en la cancha ganó un prestigio que pronto lo dejó satisfecho y ahora sólo quería asegurarse un patrimonio para un retiro temprano.