Las plagas de cucarachas se dan de forma común en casa y restaurantes, y ese problema se debe atacar antes de que crezca más.
Por eso, cuando Katie Holley y su esposo llegaron a su nuevo hogar y vieron que tenían un problema con estos insectos, decidieron llamar a un fumigador cada tres meses para terminar con ellos.
Todo iba como lo habían planeado , hasta que una noche, Katie sintió algo raro dentro de su oído, al dirigirse al baño para revisarse, noto que algo se movía, fue entonces cuando su esposo tomó un hisopo e intentó sacar lo que parecía ser un animal, sin embargo únicamente logró extraer un par de patas.
Al darse cuenta de que no podía hacer más, decidieron acudir al hospital, donde los doctores confirmaron que se trataba de UNA CUCARACHA.
Un médico decidió poner lidocaína para poder matar al animal:
“Fue una sensación horrible, una que no era necesariamente dolorosa, sino una tortura psicológica”.
Una vez muerta, lograron sacarlo en tres porciones y le dieron antibióticos a la joven para evitar infecciones.
Pero la pesadilla aún no terminaba, pues conforme los días pasaban, ella seguía teniendo molestias, por lo que fue una vez más al hospital, donde en una nueva revisión lograron extraer seis partes más de la cucaracha.
Después la mandaron con un especialista para cerciorarse de que no quedara nada, fue ahí donde el otorrinolaringólogo, con unas pinzas especiales, extrajo las antenas, cabeza y la parte superior del torso de la cucaracha.
Cuando todo terminó, la pareja mandó a fumigar su casa una vez más, y desde entonces Katie duerme con tapones para los oídos.