Hoy me he atrevido a escribir en este espacio sobre el amor, con motivo del 14 de Febrero, y los invito a redescubrirlo entre ustedes mismos, a reiniciar su búsqueda o simplemente no perder la fe en encontrarlo.
Esta carta es un tributo al amor, a ese amor que creemos imposible, al extraviado o tal vez al prohibido, pero que de alguna forma rige nuestras vidas, nos alimenta el alma y perseguimos con el único propósito de lograr la felicidad, a pesar de que haya gente que, desgraciadamente, esta ciega a ella.
Todos podemos contar historias de amor, algunas intensas, otras apasionadas, algunas sobre carencias y otras sobre abundancia, sobre alegrías y tristezas, sobre ilusiones y desencantos, sobre el amor mismo y el miedo al desamor.
Estas historias hablan de quienes luchan incansablemente por encontrar a su alma gemela, quienes no tienen miedo al amor y lo que este conlleva.
Estas historias hablan de mí, de ti, habla de todos los mexicanos, porque también trato de definir el amor a la patria:
¿El amor a México no debería ser puro, fresco, limpio, mágico, desbordado, apasionado, e infinito también?
No me atrevería a cambiar la historia,
sí, ha sido triste, pero también hermosa,
cierro los ojos y siento a México a mi lado,
en cada uno de mis sueños y en cada pesadilla,
su rostro sigue ahí tan solo contemplándome,
guardando silencio cual soldado en regimiento,
esperando a los políticos que se pusieran de acuerdo.
México empieza a gritar y reclamar lo que le pertenece,
pues esta vida es de quién lucha, no de quien se adormece,
no se dejará aniquilar por el desprecio a la pobreza,
ni por los poderes fácticos que aún siguen en la mesa,
pues la estrategia va más allá del poder y demagogia,
inculcará a sus hijos educación, valores y aún más destreza,
para sortear a los traidores y las crisis venideras.
Lic. Rafael Zaga @razagave.