Apoyo a las PYMES artesanales en beneficio de México

Dentro del marco de las economías emergentes de los países en vía de desarrollo, como el nuestro, las PYMES se han constituido en uno de sus más sólidos y concluyentes pilares, todo ello debido a su vital contribución en la motorización del aparato económico y productivo; asó como, por la cantidad de empleos que generan. Se calcula que en México, nueve de cada diez empleos son generados por este sector.

Sin embargo, a mi juicio, el impacto de estas PYMES dentro de nuestra economía pudiera ser mucho más profunda y con mayor desarrollo, hasta el punto de lograr no solo convertirlas en el mayor estandarte, también en un motor importante del desarrollo social de grupos marginados y abusados como el de los artesanos, convirtiéndose en una política de doble alcance, económica y social.

Desde Mérida a Ensenada, a través de todo el ancho y largo de la república mexicana, nos encontramos con una variedad infinita de artesanías, de todos colores, texturas y sabores, expuestas en plena banqueta o al interior de exclusivas boutiques.

Artesanías que asombran a mexicanos y extranjeros, pero que pocas veces nos preguntamos, cuál es el origen, quién las produce, en que condiciones, bajo que esquemas y con que remuneración, créanme cuando les digo, que las respuestas tienen la crudeza de un guión de Tarantino.

No obstante que los artesanos podrían consolidarse como un segmento sumamente importante, contribuyendo exponencialmente a las economías locales, regionales y nacional, abatiendo índices de pobreza que promedian muy a la baja en las estadísticas, están olvidados y solo son recordados cuando nuestros gobernantes quieren sorprender a un diplomático extranjero, que lo tiene todo, con un pequeño detalle de nuestra cultura, de nuestras raíces, en ese momento, presumen de nuestros artesanos.

La política en torno a los artesanos ha recaído en el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART) adscrito a SEDESOL, que a pesar de sus grandes esfuerzos por darle otro rumbo, y de su intervención en la compra  venta de productos, termina trabajando esencialmente en la parte cultural y de  desarrollo para mantener vivas las tradiciones regionales.

Cuando hablamos de artesanías no solo estamos hablando del típico recuerdo o del adorno para la vitrina de la abuela, también estamos hablando de productos de uso diario para consumo interno y para exportación como las guayaberas, hamacas, sombreros, equipales, guitarras y vajillas, por mencionar solo algunos ejemplos.

Por lo tanto,  el reto debe de ir mucho mas allá, a gran escala y ambicioso. Requiere de mucho esfuerzo, voluntad, atención y , desgraciadamente,  también de muchos recursos, pero no sólo económicos, también estratégicos.

Es necesario, implementar un plan global de política pública de este sector, en estricto sentido tenemos que crear el sector mismo, hoy no existe, es sólo un bien cultural de nuestro patrimonio, ni siquiera estadístico.

¿Cuántos artesanos hay en México?

El número real se desconoce, no existe un registro formal, pero se calcula que el número oscila entre ocho y doce millones de mexicanos.

¿Cuánto exporta México de artesanías y cuál es el consumo interno?

Tampoco existe la estadística porque se engloba en otros rubros.

Cuando comprendamos que los artesanos son empresarios y PYMES como tal, además de la influencia y el poder que pudieran alcanzar, y que al adoptar estructuras, aplicar herramientas más científicas y menos empíricas, cuidar los procesos y al mismo tiempo capacitar para lograr mejoras en diseño y tecnología qué les permitan aumentar sus niveles de productividad no estamos dejando de producir artesanías sino que solo las estamos haciendo rentables, en ese momento las cosas pueden cambiar.

Hay retos importantes, pero a mi juicio el más importante es como coordinar los esfuerzos para capacitar o incluso organizar a los artesanos (productores) en la comercialización, que es el problema medular y donde siempre salen perdiendo los artesanos y ganando un puñado de ladrones.

Esta riqueza debe ser cuidada en un esfuerzo global que involucre a  fabricantes y consumidores, así como a promotores serios que puedan apreciar el enorme trabajo que existe detrás de las artesanías y que estén dispuestos a pagar por ellos el precio justo.

Les  pregunto:

¿No deberíamos trabajar con ocho o doce millones de artesanos mexicanos y capacitarlos? Para convertirlos en una fuerza productiva que contemple una estructura corporativa o cooperativa, según sea el caso,  competitiva, planificada, con el talento humano calificado, la flexibilidad y adaptabilidad del negocio, la continua reingeniería de su imagen, el marketing moderno, las tecnologías de punta, la alianzas empresariales y la estimulación del pensamiento estratégico para que puedan sostener sus ventajas, mas allá de su arte.

Tenemos que luchar para que las artesanías siempre estén vigentes y que las comunidades actuales de este país expresen su visión, sus aspiraciones y sus sueños.

Pero también, que puedan vivir “dignamente” de su actividad, y si de paso contribuyen al desarrollo nacional, pues que mejor, ¿no cree usted ?

Lic. Rafael Zaga @razagave