Los migrantes se instaron en un centro deportivo en la ciudad fronteriza, pedirán asilo a Estados Unidos. La caravana que salió de San Pedro Sula en Honduras, el 12 de octubre, está llegando en distintos grupos a la frontera de México.
“En todo México nos han tratado bien. Pero aquí algunos no nos quieren. Anoche mientras dormíamos en el gimnasio nos lanzaron piedras al techo de lámina y nos gritaron que no nos quieren aquí y muchas cosas malas que no puedo repetir”, dice María, originaria de La Ceiba, Honduras.
Los miles de migrantes de la caravana se sumarán a cerca de 3,000 de personas de distintos orígenes que están en Tijuana esperando que Estados Unidos los deje pasar. No hay plazos, no hay garantía de poder cruzar a los Estados Unidos.
Por otra parte, un equipo de la Secretaría de Derechos Humanos de Honduras da recomendaciones a los migrantes en la frontera con Estados Unidos: “No expongan sus vidas ni las de sus hijos. No salten las vallas. No intenten cruzar por el desierto. Esp, eren a hacer los trámites para pedir asilo”,
No todo es rechazo. Fuera del deportivo Benito Juárez llegan tijuanenses con comida, mientras los migrantes se forman para recibirla.
“Gasté mis ahorros para intentar ayudar a esta gente. Sobre todo a los niños porque sé que ellos no tienen la culpa”, explica Ivana, de 15 años.
Nadie sabe qué sucederá con los miles de migrantes que se en cuentran en la ciudad fronteriza, por ahora están estacioados en Tijuana, podrán pasar muchos meses, hasta que puedan definir si son aceptados en Estados Unidos. Las posibilidades son mínimas. Es probable que se queden más tiempo del estimado, es probable que se asienten en una ciudad que sin dejar de tener empatía se sienten amenazados.
Según la consultora Mitofsky, aunque un 51% de la población pide solidaridad y ayuda por los migrantes, uno de cada tres mexicanos los rechaza por considerar que podrían quitar trabajo a los locales y aumentar la inseguridad en el país.