Carlos Fuentes, “bandazos” a conveniencia

Alguna vez, a María Félix se le preguntó si Carlos Fuentes estaba en su “galería de escritores” y ella rotunda, con coraje y gran énfasis expresó: “¡No!”.

Explicó que: “Lo que en una mujer, tener corazón de hombre es una gran calidad, en un hombre tener corazón de mujer ¡Es un desastre“, y tras llamarlo “mujerujo”, agregó vehemente: “Y éste tiene ¡alma y corazón de mujer! ¡Y no está en mi galería!”.

A Carlos Fuentes se le reconoce, sin embargo, como el escritor mexicano con vida más leído. Pero así como alguna vez la Doña, al tiempo que lo criticó, puso en duda sus preferencias, lo cierto es que el intelectual siempre se ha caracterizado por la indefinición política.

Con Gustavo Díaz Ordaz, el autor de “Aura” fue sumante crítico debido al conflicto estudiantil de 1968. De hecho, el general José Luis Gutiérrez Oropeza, quien fue jefe del Estado Mayor Presidencial en el sexenio de Díaz Ordaz, acusó a Fuentes y a otros periodistas e intelectuales de querer desestabilizar y terminar con el régimen diazordacista.

A pesar de semejante postura antigubernamental, el escritor sorprendió a todos cuando unos años más tarde brindó todo su apoyo a Luis Echeverría, quien ha sido señalado por muchos como el verdadero responsables de la matanza de Tlatelolco. Carlos Fuentes dijo a principios de los 70s: “Dejar solo a Echeverría sería un crimen histórico de los intelectuales“.

Poco después, en el régimen de Echeverría, Carlos Fuentes fue premiado con el nombramiento de embajador de México en Francia. No duró mucho en el encargo, pues en esa indefinición política que le caracteriza, renunció en 1977 porque a Díaz Ordaz lo nombraron embajador en España. Ahí se hizo patente el camino dubitativo del autor de “La región más transparente”, a veces al amparo del poder, otras veces alejado de los políticos y gobernantes.

Carlos Fuentes no sólo se ha confrontado con los políticos que de repente no le son proclives. Referente a un supuesto telegrama que Borges envió a Gustavo Díaz Ordaz felicitándolo por la matanza de Tlatelolco en 1968, el escritor mexicano afirmó:  “Es verdaderamente lamentable para la memoria de Borges, pero como también felicitó a Pinochet en su momento, es probable. Se puede ser un genio literario y un idiota político”.

Ha alabado la figura del dictador Fidel Castro, defendido la revolución cubana durante la década del 60 y más recientemente ha elogiado también a Raúl Castro. Pero al mismo tiempo, fuera del mundo comunista, es amigo personal de hombres poderosos de la política mundial, como Bill Clinton o Jacques Chirac. Asimismo, quien apoyara fervientemente a Echeverría en el siglo pasado, en 2006 otorgó un tímido apoyo a López Obrador para respaldar finalmente a Felipe Calderón -al que actualmente critica-.

Por todo ello, Fuentes ha sido criticado por Enrique Krauze como un “camaleón mutante” que modifica su posición y su discurso conforme al gobierno en turno, y señalado por Federico Reyes Heroles como “intelectual florero“, pues sólo escribe para lucimiento y para ser invitado a reuniones en donde lucía como adorno.

Hoy, Carlos Fuentes está en medio de otra polémica, consecuencia de sus preferencias política. No hace mucho, en octubre de 2010, el autor de “Orquídeas a la Luz de la Luna” estuvo en Toluca en el Foro México Cumbre de Negocios al lado de Peña Nieto, con quien -obviamente- se tomó la foto. Poco después estuvo con Ebrard en el monumento a la Revolución. Esta semana, desde el sentimiento, despotricó en contra de Peña Nieto, antes criticó al PAN y a López Obrador, a quien acusa de “izquierda antigua”.

Echeverrista, castrista, lopezobradorcista, calderonista, intelectual orgánico, diplomático priísta, antipanista… Como dijera Federico Arreola “sea serio, señor Fuentes”.