La ceniza que emite el volcán Popocatépetl no es tóxica, pero sí es erosiva e irritante. Se constituye a partir de fragmentos milimétricos de roca, similar a fino vidrio molido, por lo que debe evitarse su aspiración o ingestión.
Cuando la actividad volcánica se incrementa, aumenta también la emisión de vapores de agua y ceniza, lo que causa inquietud entre la población por los daños que pudiera causar, sobre todo en puntos aledaños al coloso, pues de acuerdo con especialistas en el tema depende de la distancia a la que se ubique a partir del cráter.
Asimismo, del espesor que pudiera acumularse en superficies, dado que la ceniza acumulada en techos de las viviendas genera una carga que aumenta en forma considerable si se humedece, explica el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
De acuerdo con el Comité Científico Asesor del volcán Popocatépetl, que se integró desde 1994 con investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México y la asesoría de científicos de diversos países, determinó que el período actual de actividad inició en 1993, con la emisión de ceniza después de 75 años sin exhalaciones, y con la presencia de tremores armónicos.
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