Científico que se dejó picar por abejas gana Ig Nobel

Muchos de los más célebres científicos de la historia consiguieron sus mayores logros cuando todavía eran muy jóvenes. Esperemos que no sea el caso de Michael Smith, estudiante de postgrado de la Universidad Cornell, especializado en el comportamiento y evolución de las abejas.

Su momento eureka llegó cuando una abeja con las que trabaja se coló bajo sus pantalones cortos y le picó en los testículos: a partir de esa epifanía, decidió investigar cuál sería el punto de la anatomía humana donde más dolor provocaría el aguijón de una abeja. Su trabajo, en el que usó su propio cuerpo como laboratorio, le ha valido el premio en la categoría de Fisiología y Entomología en la ceremonia de los Ig Nobel, la versión gamberra de los sacrosantos Nobel que se entrega cada año, entre risas, en la Universidad de Harvard.

Smith eligió 25 puntos de su cuerpo para picarse tres veces en cada sitio y evaluar el dolor sentido en una escala de 1 a 10 usando un picotazo en el antebrazo como zona de control y referencia. Durante su experimento, se administró cinco picotazos de abeja diarios durante 38 días, en lugares con sensibilidad muy distinta, como la planta del pie, el pezón, el escroto, la nalga y en lo alto de la cabeza. Finalmente, los puntos menos dolorosos —para Smith— fueron el cráneo, la punta del dedo corazón del pie y el brazo (los tres puntuaron 2,3 sobre 10). Los más dolorosos: el tallo del pene (7,3), el labio superior (8,7) y la aleta de la nariz (9).

El Ig Nobel de Biología fue para unos investigadores chilenos que descubrieron que si le pones un palo en la cola a una gallina, anda como lo hacían los dinosaurios

Como siempre dice el impulsor de los premios, Marc Abrahams, estos premios primero hacen reír y luego hacen pensar.

En la divertida ceremonia celebrada en Harvard, en el que verdaderos premios Nobel se desmelenan en pruebas absurdas, se entregó el Ig Nobel de Medicina a un numeroso grupo de científicos por publicar diversos estudios sobre los beneficios o las consecuencias biomédicas de besarse intensamente. En concreto, los hallazgos se refieren a que besar reduce las reacciones alérgicas y a la cantidad de ADN masculino que permanece en la mezcla de saliva tras un beso intenso.

En Matemáticas, el Ig Nobel lo recibieron unos investigadores de la Universidad de Viena por tratar de explicar en su estudio cómo fue posible que el Ismaíl de Marruecos El sanguinario, que nació en el siglo XVII, lograra tener 888 hijos (al menos más de 600) como le atribuyen las crónicas: es biológicamente posible, y le bastaron 32 años y 65 mujeres.

 

Fuente: El País