El laboratorio funciona en la Escuela Rosenstiel de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami. Tiene un tanque de acrílico de 23 metros (75 pies) de largo y 2 metros (6,5 pies) de alto. En su interior, 38 mil galones de agua de mar pueden ser agitados por un ventilador de mil 700 caballos de fuerza que puede crear condiciones de huracanes de categoría 5 con vientos superiores a los 250 kilómetros por hora.
En el cielo raso del laboratorio se han instalado sensores para registrar las condiciones en el tanque. Esto permitirá ajustar los satélites que se utilizan para observar las tormentas reales, afirmó el director del laboratorio Brian Haus.
Mediante el estudio del modo en que los vientos huracanados agitan la superficie del agua de mar, los investigadores esperan mejorar las observaciones de los satélites, boyas oceánicas, drones y otros sensores lanzados desde aviones “cazahuracanes”.
Fuente: El Universal