1. Comunicación para la sexualidad
Los malentendidos, los deseos nunca comunicados; puede ser interpretada por el otro como un desinterés por el sexo, son conductas muy poco recomendables en el terreno de la sexualidad, donde muchas veces falla la forma en la que nos expresamos, el dónde y el cuándo.
Según Francisca Molero, ginecóloga, sexóloga, directora del Instituto Clínico de Sexología de Barcelona, “a menudo expresamos nuestros deseos o críticas de una forma muy poco diplomática y amable”.
Formulamos las peticiones en forma de órdenes y en negativo (no me gusta que me hagas eso); cuando deberíamos hacerlo en positivo ( me gustaría probar esto).
Una buena comunicación erótica mejora considerablemente los encuentros sexuales con la pareja.
2. Hay que invertir en auténticos preliminares
Estamos de acuerdo en que hay que alargar los preliminares, que es algo así como el calentamiento antes de ponerse a correr; ya que cuanto más tiempo calentemos, mejor será nuestra carrera.
Sin embargo, vivimos en modo trabajo, ocio, familia y pretendemos que invirtiendo un poco en juegos previos, podamos ponernos en actitud sexual sin dificultad alguna.
Y Puede que eso ocurra, especialmente si uno es joven, y cuenta con un stock de hormonas, o si acaba de conocer a alguien y está enamorado; pero también puede ocurrir que la transición no sea tan simultánea ni instintiva como deseamos.
Hay que tomar en cuenta que las miradas, besos, caricias, frases, mensajes, gestos van preparando el terreno y el ánimo.
3. Enamorarse de uno mismo
El sexo es uno de los pocos ámbitos en los que muchas personas experimentan antes con otros que con ellos mismos. Similar a apuntarse a un concurso de baile sin haber practicado antes en casa.
Generalmente las mujeres suelen estar más pendientes de su físico, del sobre peso o de su cabello; que del funcionamiento de su vagina o clítoris.
No hay que perder de vista que para poder disfrutar del sexo uno debe conocerse así mismo. Así que hay que poner en práctica la auto-complacencia.
4. Plantéate el sexo como un valor
La misión de la sexualidad y la forma de entenderla influye en nuestra manera de vivirla.
Si durante siglos ésta fue vista como algo pecaminoso, aceptable solo en el matrimonio con fines reproductivos; ahora ha pasado a ser un objeto de consumo, pendiente de las modas y estándares que dicta el mercado.
Francisca Molero sostiene, que “la dimensión sexual del individuo debería entenderse como un valor fundamental que nos ayuda a crecer, a sumar conocimiento, a entender más el mundo y a nosotros mismos”.
Por otra parte, el psicólogo norteamericano Noam Spancer sostiene que “el verdadero placer de una relación sexual no proviene de la estimulación de los genitales sino de la sincronizada cooperación entre ambas personas”.
5. Hay que imaginar de vez en vez que se trata de sexo casual
El sexo esporádico, tiene sus reglas no escritas: es liberador, espontáneo, divertido, sin ataduras, no requiere de grandes dosis de afecto, no tiene efectos secundarios.
El sexo con la pareja, y sobre todo si la relación es ya de años, tiende a cubrirse de una capa de seriedad, de rigor, una obligación de los sábados por la noche
Conocemos ya los gustos de nuestra pareja y, en aras de la paz conyugal, procuramos no aventurarnos en otras sendas, ni sorprender al otro, por lo que pueda pasar.
Si tienes una relación formal de pareja el consejo es probar un cambio y hacer más cosas insólitas en el terreno sexual con esa persona, la meta es sorprender al otro y generar expectativas para el siguiente encuentro sexual.
En otras palabras tratar a tu pareja como si fuera la primera y la última vez que tienes sexo con el o ella.
Fuente: El País