Coca-Cola y Pepsi al descubierto, 5 cosas que callan…

1. El agua se está convirtiendo en la bebida más popular

El agua pura ha experimentado en los últimos años un crecimiento notable en sus niveles de consumo, particularmente en países desarrollados y subdesarrollados. En Estados Unidos, por ejemplo, las ventas de agua embotellada aumentaron en un 56% de 2001 a 2011, rondando, en promedio, los 26 galones por persona (casi 100 litros). Para el mismo periodo el consumo de bebidas gaseosas cayó 16%, a 44 galones (166 litros).

Por supuesto el consumo de bebidas gaseosas sigue siendo abrumante, pero también existe esta tendencia contaria.

2. El refresco de “dieta” no es de dieta

Un estudio realizado recientemente por un equipo multinacional de investigadores, encontró que el consumo de bebidas gaseosas de dieta incrementa la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2, además de que las mujeres que beben bebidas “light” tienden a consumir hasta 43% más gaseosas que los hombres que beben bebidas normales.

3. La creciente adicción a la cafeína

Después de las bebidas gaseosas, las llamadas “energéticas” se han convertido en el nuevo favorito del mercado, tanto que incluso la industria espera duplicar sus ventas de aquí a cuatro años (que en 2012 fueron de 12.5 mil millones de dólares en Estados Unidos).

El problema con estos productos es su alto nivel de cafeína, casi 4 veces mayor al de una porción equivalente de refresco, con los efectos en la salud que ello conlleva.

4.  El tamaño sí importa

¿Cambiaría en algo que cines, restaurantes, estadios y otros lugares de entretenimiento público vendieran bebidas gaseosas en porciones menores? Esa fue la intención de Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York que dictó una orden para que en estos y otros sitios no se vendieran bebidas azucaradas en presentaciones de más de 16 onzas. La Suprema Corte, sin embargo, echó abajo la resolución.

5. Impuestos bloqueados

No son pocos países que intentan revertir el efecto dañino de los refrescos en la salud pública con impuestos y otras medidas que, en el escenario ideal, se destinaría a subsanar dicho perjuicio. Sin embargo, el lobby de la industria es poderoso, y por lo menos en Estados Unidos no han sido pocos los casos en que estos esfuerzos terminan sucumbiendo ante su poderosa influencia.

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