Desde que el mundo la conoció como la novia del príncipe William, Kate Middleton fue vista como la digna heredera de la princesa Diana; era guapa, inteligente, y tenía un gran porte que le permitía lucir elegante aún cuando estaba vestida de jeans y playera.
Cuando la conocimos, Kate era talla 10 o 12, y siempre lucía bien. Nunca se vio pasada de peso porque, al parecer, siempre ha sido muy atlética. Es una realidad que el día de su boda se veía sumamente delgada con el vestido Alexander McQueen ceñido a la cintura.
El cambio ha sido evidente.
Desde el día de su boda, el pasado 29 de abril, Kate no ha subido ni un solo gramo de peso, sino todo lo contrario. Se dice que para lucir espectacular en su tour por Norteamérica, la duquesa de Cambridge siguió una dieta libre de carbohidratos que le permitió lucir aún más delgada y acentuar su diminuta cintura. Así, se convirtió en la percha perfecta para los vestidos de diseñador que utilizó en Canadá y Estados Unidos.
Su mejor momento del tour fue la gala que ofreció la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión (BAFTA) en Los Ángeles, a la que acudió otro tipo de realeza: la de Hollywood. Ahí, Kate deslumbró con el vestido lila de Sarah Burton para Alexander McQueen, y que dejaba ver su diminuta cintura de 60 centímetros.
Kate logró que actrices como Nicole Kidman y Reese Witherspoon se vieran gordas a su lado.
En Hollywood, el lugar que inventó la talla cero y a las mujeres hiper delgadas, Kate hizo sentir a más de una que necesitaba una dieta urgente. Pero la prensa – sobre todo la británica – se pregunta si la duquesa no ha llegado demasiado lejos para poder lucir los vestidos de diseñador a los que nos tiene acostumbrados; sobre todo porque esta imagen nada tiene que ver con la de las mujeres británicas promedio.
Fuente: Dailymail
