El miedo nos avisa de peligros inmediatos, crea aprendizajes que nos permiten recordar cosas peligrosas y nos recuerda las consecuencias de hacer algo temerario. Existe un exceso de miedo en la sociedad occidental, por ejemplo, 3.6% de personas en el Reino Unido sufren trastornos de ansiedad y en Estados Unidos el 18%.
Los miedos o fobias se pueden evitar con psicoterapia o medicamentos contra la ansiedad como el Valium, pero dificilmente se erradica el problema. Por eso científicos se concentran en curar el miedo.
El miedo es algo aprendido, para tratarlo hay que desaprenderlo, no es algo que venga con nosotros desde el nacimiento.
El “centro de temor” en el cerebro humano es la amígdala, masa del tamaño de una almendra ubicada debajo del lóbulo temporal. Ésta no sólo coordina la respuesta a las situaciones de miedo, sino también almacena muchas de nuestras emociones y recuerdos negativos.
Los científicos han descubierto que las drogas tales como D-cicloserina (utilizada para tratar la tuberculosis), puede acelerar este proceso de “desaprendizaje” del miedo.
Otro estudio realizado por científicos israelíes encontró que los pacientes inyectados con una dosis alta de cortisol, inmediatamente después de una experiencia traumática, sufrían daños psicológicos mucho menos duraderos.
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