Compiten por tener el edificio más alto del mundo

Inaugurado en noviembre, este rascacielos se eleva 541 metros (1.776 pies) sobre Manhattan. Su altura es una referencia simbólica a la declaración de independencia de Estados Unidos en 1776.

El documento original, con su famosa frase “sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” fue escrito por Thomas Jefferson, “padre fundador”, tercer presidente de Estados Unidos y uno de los mejores arquitectos de su época.

El nombre del nuevo edificio, diseñado por David Chils de Skidmore Owings Merril (SOM) iba a ser “Freedom Tower” (“Torre de la libertad”).

Después de todo, se trataba del monumental rascacielos –los primeros diseños fueron hechos por Daniel Libeskind- comisionado para tomar el lugar de las Torres Gemelas, destruidas por un ataque terrorista ejecutado por quienes no creen ni en la vida, ni en la libertad ni en la felicidad.

Y, como para reforzar el punto de que las torres y el comercio unen a la gente, el Burj Khalifa fue diseñado por SOM, los mismos arquitectos del One World Trade Center.

Sin embargo, hay otras razones para construir tan alto, y la competencia es quizás la más importante de ellas.

Cuando las Torres Gemelas del World Trade Center, diseñadas por el arquitecto estadounidense de origen japonés Minoru Yamasaki terminaron de construirse en 1971, eran los edificios más altos de Estados Unidos. Pero pronto les dispuarían el título.

En 1973, SOM completó la Torre Sears (ahora conocida como Willis Tower) en Chicago, con una altura de 442 metros, unos buenos 30 metros más alta que los monolitos de Manhattan.

Nueva York y Chicago han sido rivales comerciales por mucho tiempo: la carrera por ver cuál de las das podía construir torres más altas existe desde mediados del siglo XIX.