Conductor del tren de Santiago de Compostela manda mensaje previo al accidente

Uno de los maquinistas del tren Alvia que descarriló ayer en Santiago de Compostela quedó atrapado tras el accidente en la cabina del convoy.

A través de la radio con la que se comunica con la estación, cuando aún no sabía siquiera si había fallecidos, hizo un relato de lo que acababa de suceder. Expresó que le dolía la espalda y las costillas y que no podía salir. “¡Somos humanos! ¡Somos humanos!”, repetía. “Espero que no haya muertos porque caerán sobre mi conciencia”. El conductor había dicho previamente, antes del siniestro, que iba muy rápido, a 190 kilómetros por hora; después habló de 200. Finalmente, al entrar en la curva, volvió a decir: “¡Voy a 190!”, según explicaron ayer a EL PAÍS fuentes de la investigación.

Las señales ferroviarias de la zona del siniestro no permiten sobrepasar los 80 kilómetros por hora, pero el conductor no precisó por qué el tren circulaba al doble de esa velocidad. Si se trató de un fallo técnico o de un fallo humano es algo que tendrá aún que determinarse en la investigación de las causas del siniestro.

Pero, a tenor de lo expuesto por el conductor, el tren, que venía de circular a una gran velocidad, superando los 200 kilómetros por hora, no frenó lo suficiente y duplicó la velocidad permitida en una curva muy complicada y muy cerrada. Fue justo en ese lugar y en ese momento cuando el tren acabó descarrilando y provocando decenas de muertos.

Los usuarios de ese convoy, que recorre la distancia entre Madrid y Ferrol, conocen bien esa curva. El día de la inauguración de ese trazado, el 10 de diciembre de 2011, al llegar a la misma, el tren dio un bandazo que provocó el desequilibrio de algunos de los usuarios.

Hubo, ese día, un murmullo general sobre lo dura que era esa curva después de más de 80 kilómetros de línea casi recta de AVE desde Ourense. Si en esos 80 kilómetros iniciales el tren no parecía moverse, allí se notaba por primera vez la inercia de un cambio de dirección.

Fuente: El País