Cuando el enemigo somos todos

Desde hace 5 años, México está inmerso en una guerra cuyos resultados no se aprecian, una guerra que ha costado la vida de 40 mil mexicanos.

Y aun cuando el gobierno federal se esfuerza por banalizar esta cifra, asegurando que muchos países están peor, la verdad es que la violencia en la calle está peor que nunca. Y la guerra es una estrategia fallida por una sencilla razón: Porque mientras sigamos viviendo en un país sin oportunidades, sin educación, sin empleo, siempre habrá alguien dispuesto a enlistarse en las filas del crímen organizado, alguien que preferirá vivir pocos años con lujos, que una vida llena de pobreza. Y últimamente incluso son niños de 13 años.

Sin embargo, los ciudadanos llevamos algo (o mucho) de la culpa. Nos acostumbramos a vivir en una cultura de la apología del delito, donde los criminales, narcotraficantes, secuestradores y sicarios se vuelven una suerte de leyendas y personajes (aun no se por que motivo) admirables.

Es triste recorrer alguna ciudad del interior del país y ver niños de 14 o 16 años manejando lujosas camionetas, escuchando narco corridos que sólo exorta al crimen, y que resalta el supuesto valor de los narcotraficantes.

Y no se trata de una cuestión de gustos o de géneros musicales; la diversidad y el folklor de la música regional es parte de la riqueza cultural mexicana, prohibir cierto tipo de música no resolvería nada. Somos nosotros como sociedad quienes debemos reconocer la ausencia de valores que estas fomentando.

Los jóvenes debemos expresar un rechazo colectivo a una muy expandida cultura del narco, los padres deben tener mayor atención en las compañías y hábitos de sus hijos. No son héroes, son precisamente ellos los inadaptados sociales que, ante su incapacidad de ganarse la vida de manera honrada, tienen que recurrir a la violencia y al vivir fuera de la ley.

No son valientes, son precisamente los más cobardes aquellos que deben andar armados en las ciudades, pues viven con temor toda su vida, y son incapaces de vivir en una sociedad libre.

Mientras nuestros niños y jóvenes sigan viendo a estos personajes como figuras aspiracionales,  nunca podremos arrancar el problema de la violencia de raíz.

Héroes son los cientos de miles de estudiantes que caminan a la escuela cada día con la esperanza de tener un futuro mejor, los padres de familia que salen a buscar el sustento para su hogar de manera honrada, las mujeres que encuentran la fuerza para ser madre y padre de familia a la vez, los jóvenes que se resisten a los vicios y buscan en el deporte o la música una forma de distraerse.

Mientras vivamos en un país sin oportunidade, la guerra fallida seguirá. Pero si no hacemos algo como sociedad, pronto el enemigo seremos todos.