Un grupo de científicos de la Universidad de Stanford investigaron la relación que hay entre el rechazo y la imagen que cada quien tiene de sí mismo.
El estudio incluyó a 900 personas, se basaron en cinco pruebas, los participantes tenían que responder a preguntas de rechazo tanto hipotético como real. El estudio también midió la percepción de la personalidad.
La pregunta central
¿Las personas pueden cambiar su forma de ser con el tiempo o si la personalidad es algo fijo e inmutable?
La investigación demostró que las personas que consideren que la personalidad es algo que no cambia son más propensas a quedarse sumidos en el dolor y llevar sus sentimientos negativos a futuras relaciones.
Resienten más las rupturas porque consideran que éstas revelan algo de lo que “ellos son realmente” como persona.
“Pocas cosas en la vida son más traumáticas que ser rechazado por alguien que te conoce bien y que luego decide que ya no se preocupa por ti, ni quiere estar contigo,” dijo la investigadora Carol Dweck, añadiendo que el rechazo romántico, en particular, plantea una tremenda amenaza para el ego.
La mejor forma de combatir la depresión post-ruptura es fortaleciendo la autoimagen, en este sentido “las personas que creen en su capacidad para crecer y desarrollarse, pese a estar heridas por el rechazo, pueden recuperarse más fácilmente y vislumbrar un futuro mejor para sí mismas”.
El problema radica en quedarse estancado con la idea de que las personas te dejaron por un defecto de tu personalidad, porque ese “defecto” se puede llevar a la siguiente relación que se tenga y sabotearla.
“Esta preocupación puede hacer que las personas se retraigan y se pongan a la defensiva en las relaciones futuras – algo que sabemos puede perjudicar estas relaciones futuras”, dijo Dweck.
Como seguimiento al estudio, los investigadores esperan investigar si el rechazo persiste en relaciones no románticas, así como al ser abandonados por un padre, por ejemplo.