Hace 50 años, el 11 de octubre de 1962, el Papa Juan XXIII inauguró en la Basílica de San Pedro el Concilio Vaticano II, el cónclave de la jerarquía católica más importante en los últimos cuatro siglos, que cambió la liturgia y el rostro de la Iglesia.
Para recordar tal suceso, el cardenal Norberto Rivera Carrera oficiará una misa solemne mañana viernes al mediodía en la Basílica de Guadalupe, e iniciará en México el Año de la Fe decretado por el Papa Benedicto XVI.
Esta celebración Eucarística también recordará la coronación pontificia de la Virgen Morena en 1895, el inicio de la evangelización del Continente Americano, la consagración de la nueva Basílica de Guadalupe en 1976 y el vigésimo aniversario del actual Catecismo de la Iglesia Católica.
En la historia de la Iglesia católica, varios concilios precedieron al Vaticano II: Nicea, Efeso, Calcedonia, Trento… y por regla general, se convocaron para definir elementos fundamentales de la fe, y corregir, sobre todo, los errores que la ponían en peligro.
En el caso del Concilio Vaticano II, Juan XXIII aclaró en el discurso de apertura del 11 de octubre de hace cincuenta años que tendría como objetivo renovar la fe y acercar más a la Iglesia al mundo actual; encomendó el encuentro al Espíritu Santo.
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