¡Dar gracias!

Aún no acaba noviembre y por todos lados se anuncian las fiestas decembrinas. Todos se preparan para celebrar, todo es celebración… Un momento, ¿todo es celebración? ¿todos celebramos?

En realidad, no todos, se sabe que los últimos meses del año son especialmente difíciles para algunas personas y la prevalencia de depresión y suicidio aumenta en los meses de diciembre y enero.

Razones para no celebrar hay muchas: podemos hacer un recuento de nuestras tristezas, agregar los “fracasos”, las expectativas no alcanzadas, los sueños rotos, las relaciones perdidas, las decepciones, sumar las frustraciones de toda una vida, los objetivos a medio camino, las decisiones “equivocadas”, los que ya no están, los que no han llegado, recorrer los centros comerciales y los muros del facebook de la gente que “si es exitosa”, sumergirnos en los medios de comunicación y empaparnos de toda la injusticia, inequidad, desigualdad, pobreza, enfermedad y demás linduras de nuestro mundo actual.

Caminar del lado de la banqueta del “no tengo”, “no puedo”, “no lo logré”, “no pudo ser”, “debería ser diferente” y de pronto te encuentras más frustrado, enojado, decepcionado, desilusionado, desencantado… sentimientos difíciles de remontar cuando se arremolinan y se estacionan por largo tiempo.

Tal vez no hay mucho que celebrar, pero ¿para no estar agradecido? No se trata de ser un “optinazi” y ver situaciones y momentos felices donde no los hay, no se trata de andar con la sonrisa fingida y brincando de alegría si no se siente, no se trata de ser quien no se es.

Se trata de ser realista, de mirar el panorama completo y no sólo desde la carencia o la oscuridad, de caminar al menos unos kilómetros del lado de la banqueta de lo que sí tienes, lo que sí eres, lo que sí puedes, lo que sí ha salido bien, de reconocer lo que está en proceso, de ver a los que sí están, de aceptar las “pequeñas” fortunas, milagros o bendiciones que tiene la vida.

¿Cuántas cosas si puedes agradecer? Empieza ahora, es un buen ejercicio que va modificando en diferentes niveles a la persona que se da la oportunidad de revisar su vida desde una mirada agradecida.

¿Por dónde empezar? A veces el hoyo es tan negro y profundo que no se ve ni por dónde pero se me ocurren varias ideas:

1. Observa que tan “quejiche” eres. Hay quien ha hecho de la queja un estilo de vida, una forma de ser y estar en el mundo. Hay momentos en los que es necesario expresar la molestia o el desagrado ante aquellas cosas que nos suceden o ante las que no estamos de acuerdo pero ¿todo el tiempo y de todo? A veces sólo nos quejamos simplemente porque podemos hacerlo, si nos detuviéramos a preguntarnos ¿quejarme cómo resolverá el origen de mi molestia? seguro pasaríamos más frecuentemente a la acción que resolvería aquello que nos molesta.

2. “Nadie sabe lo que tiene hasta que se muda” dice el dicho, así que aunque no vayas a mudarte “has como si fueras a mudarte”, cambia los muebles de lugar, saca de los armarios todo lo que tengas y trata de darle un nuevo orden, saca todo aquello que no has usado en los últimos seis meses o años, limpia a fondo tu casa o tu oficina, seguro te sorprenderás de lo que encuentres, aprópiate nuevamente de todo aquello y deja ir lo que ya no necesites.

3. Dona algo, mira más allá de ti, ayuda a otro. Dona tiempo, energía, conocimiento, busca alguna organización del tema de tu preferencia y acércate, pregunta cómo puedes contribuir y apórtate.

4. Jaime Sabines escribiría “Cuando tengas ganas de morirte esconde la cabeza bajo la almohada y cuenta 4000 mil borregos. Quédate dos días sin comer y verás que hermosa es la vida: carne, frijoles, pan”, creo que el mensaje del poeta es claro, tal vez podríamos hacer el intento, a veces nos acostumbramos tanto a lo que tenemos que ya no lo vemos, no lo disfrutamos, no lo apreciamos.

5. Sal a caminar, siente tu cuerpo en movimiento, inhala profundamente y exhala… ¡estás vivo! Y mientras se esté vivo siempre hay algo que se puede hacer. Empieza por agradecer, tal vez en algún momento encuentres algo digno de celebrar.

Por Déborah Buiza G.