De cómo cocinaban las abuelas

Gabriel Gutiérrez García

Es el libro compilado por Laura Athié, obra que inicia el recorrido del proyecto “Tejedora de historias” en el se retratan (literal) 29 vidas de abuelas y uno que otro abuelo de México, Argentina, Estados Unidos y Chile, sus amores y las recetas que sus nietas y nietos recuerdan. El sabor evocado de un pasado que ya no es y que se queda para siempre.

Edición independiente que contó con la complicidad de 29 autores y autoras, que bajo la visión y compilación de Athié logran rescatar historias de vida, crónica momentos y plasmar recetas de la comida cotidiana o de fiesta. El libro cuenta con la colaboración de Fernando Fernández, (Editor); Mireya Guerrero Cercós (diseño); Efrén Calleja Macedo (editor) y Eliana Yunes quién escribe el prólogo.

De cómo cocinaban las abuelas, se presenta este miércoles 26 de octubre a las 19.00 hrs. en el Museo del Estanquillo y un mes después el 26 de noviembre a las 18.30 hrs. en la FIL (sala Juan José Arreola).

Tuvimos oportunidad de conversar con Laura Athié en exclusiva para La Primera Plana.

¿Por qué escoger el tema de la cocina y las recetas para iniciar la serie de Tejedora de Historias?

El proyecto Tejedora de Historias tiene 2 objetivos claros:

El primero es rescatar historias familiares que forman parte de la historia social y comunitaria y que no están en los libros oficiales ni en la historia del país y que, sin embargo, son también parte importante de nuestra construcción como pueblo.

Como segundo objetivo el propiciar el uso de la lengua escrita a partir de historias de vida propias.

Yo escribo desde los 13 años de edad, aún antes de la existencia del mail y del uso masivo de los celulares. Antes lo hacía a puño y letra (y continúo) y fotocopiaba, regularmente compartiendo crónicas de vida, narraciones sobre mi acontecer pasado y futuro que resultaban ser escritos comunes para los demás. Muchos habían perdido un familiar, tomado decisiones de vida, sufrido un divorcio de sus padres o propios o viajado, por ejemplo, quienes no lo habían hecho nunca encontraban la lectura de mis escritos, como algo emocionante que leer.

Así, cuando viajaba, escribía a diario lo que vivía, cuando estaba triste de la misma forma, e igualmente cuando estaba feliz.

Todo esto generaba: lectores y “comentadores”. 

La gente comenzó a comentar sus historias también verbalmente y luego, cuando el mail comenzó a ser plural, por escrito. Así me di cuenta que el compartir mis escritos generaba que otros, tomaran la palabra sin miedo, sin importar si creían que tenían capacidad de redacción o no, sin tomar en cuenta ni su edad, ni su formación, nivel educativo u origen. Escribir y compartir, era motivar a los otros.

El proyecto Tejedora de historias de manera formal inicia en 2005, cuando murió mi abuela Carmen (la que aparece en la portada y los interiores del libro).

El escrito original, en el que contaba cómo ella me cocinó mi plato preferido días antes de su muerte en Tijuana, sirvió para que otros contaran historias similares. El hecho era convocarles a escribir sobre la imagen de su abuelo y abuela en torno a la cocina.

Fue a Dulce Corina Martínez Castelán, una de las autoras, a quien se le ocurrió además pedirles una receta.

La motivación viene con el hecho de la importancia que en mi vida familiar materna tiene la comida y, en especial, su preparación. Mi madre es cocinera y muchas de las historias de vida y antecedentes familiares compartidas se comentaron o durante la preparación de los alimentos o durante la comida.

Dentro de la investigación gastronómica y la difusión de la gastronomía una de las cosas que más siguen constando trabajo es que las personas compartan su receta, ya sea porque son “secretos de familia” u otros argumentos, ¿cómo le hiciste para qué la gente compartiera su receta?

Tú valoras de dónde vienes y sabes qué es posible, cuando conoces la lucha de tus padres y abuelos, por ejemplo.

De esa forma, una receta es parte de tu historia ¿qué mejor forma de compartirla y preservarla que aunada a la historia de quien cocinaba (en este caso, la abuela o el abuelo)?

¿Qué mejor forma de honrarla que en un libro impreso?

Otra tesis que quise comprobar con esta primera convocatoria es la “confianza en los otros a partir de la mía propia”.

Me llama la atención que el libro se puede adquirir de manera tradicional en impreso pero que el libro también está disponible en línea en formato .pdf me puedes contar del ¿por qué de esa decisión? y ¿en dónde se puede adquirir el libro?

El libro se comparte sólo en un 40% en PDF, ellos es parte de la promoción y tiene que ver con la posibilidad de generar más escritos, más lectores, más compradores potenciales.

Pero la fuerza está en la venta del libro como objeto de lectura, a través de librerías o por solicitudes directas la Tejedora de historias vía mail o por el portal: www.tejedoradehistorias.com

Es importante comentar que el proyecto no busca ser un “negocio”, busca potenciar el uso de la palabra escrita, pensando en contribuir a la generación de usuarios plenos de la cultura escrita.

Creo firmemente que quien comienza a escribir y encuentra un motivo para hacerlo (en este caso, las historias de vida y familiares), difícilmente dejará de hacerlo y además, comenzará a leer y a compartir sus escritos con otros y a leer los escritos de los demás.

El libro es un orgullo para quienes compartieron: ahora tienen su historia impresa y pueden leerla a los suyos y además la conocerán muchos más. Así honraron a sus abuelos y padres. Busca además generar los recursos necesarios para seguir editando y pagar el trabajo de quienes participaron en su elaboración: Fernando Fernández, Efrén Calleja, Mireya Guerrero y muchos otros más.

En México, hacer libros de manera independiente, no es negocio por muchos factores que influyen.

Este es un libro para leerse a solas o para leer a otros, por ejemplo, a nuestros hijos y nietos y que sirve además, para generar muchas preguntas y muchas más respuestas.

Hoy fueron las abuelas y sus recetas, siguen otros temas que el publico decidirá cuales serán.

Las fotos al principio son las fotos de las abuelas (y abuelos) que son los que dan material al libro ¿qué te dicen esas fotos, esas miradas? Casi todas de frente y algunas por los estilos de lejos con la mirada hacia un lado, ¿qué hay en esas fotos más allá de las historias, de las recetas?

Por supuesto que hay más en las fotos que cuentan y no cuentan las historias escritas.

Creo y se sabe que una imagen es una historia misma, que comunica infinidad de señales que no están en palabras.

Por eso es que tienen un peso enorme en el proyecto mismo del libro y del proyecto Tejedora de Historias como tal.

Además de escribir amo las fotografías y parte fuerte de mis historias contadas es el componente de las imágenes fotográficas. Por eso también quisimos elegir un formato grande, aún a pesar del costo, porque nuestras vidas y personajes familiares merecen eso y aún más y quisimos respetar a vida de cada foto: las publicamos con sus arrugas y roturas. Hubo algunas que sobrevivieron a inundaciones, lluvias e incluso una, a un incendio.

Las fotografías publicadas hablan del valor que las abuelas y abuelos han tenido en nuestras vidas y en las de los autores.

Para mí fue una gran muestra de confianza que nos las hayan prestado aún sin conocerme, pues solicitamos las fotografías originales.