Día de Muertos en Jarácuaro, Arocutín y Cuanajo, Michoacán

En todo México se celebra la fiesta de Día de Muertos y uno de los lugares de mayor tradición es Michoacán, donde el ritual de la velación se lleva a cabo por los pueblos purépechas que rodean el lago de Pátzcuaro y la isla de Janitzio.

Ya se han publicado muchos reportajes de esta zona, pero lo que más sorprende es que siempre es posible descubrir algo nuevo, además de disfrutar numerosos eventos culturales como el Concurso Estatal de Artesanías, conciertos al aire libre y en edificios históricos (la noche del 1 de noviembre, en la Basílica de Pátzcuaro se presentan piezas musicales alusivas a la muerte, por ejemplo), obras de teatro en escenarios naturales (Don Juan Tenorio en la Capilla Abierta del Convento Franciscano de Tzintzuntzan, la noche del 1 de noviembre), instalación de ofrendas y concursos en espacios públicos, y presentación de juegos prehispánicos de pelota encendida (uarhukua).

Jarácuaro. Antes una isla, actualmente está unida a tierra firme con un puente vehícular, por lo que es de fácil acceso. Llegué de noche directo al templo de San Pedro y a la capilla de la Natividad, ambas del siglo XVI, y estaban adornadas con un gran arco de flores, fuera de ellas se colocaron numerosas ofrendas donde la gente se sentó a rezar. A un lado se acomodan puestos de comida donde venden ponche y tamales, y del otro lado se instala el escenario, donde se lleva a cabo la Danza de los Viejitos (T’arche Uarakua), frente a un gran número de espectadores. Ésta forma parte de las danzas huehues.

Los danzantes se visten con el traje tradicional de los campesinos de la región con camisa y pantalón de manta con finos bordados en la parte inferior, también llevan un jorongo, sombrero adornado con listones y una máscara hecha de pasta de caña de maíz, madera o barro, la cual está tallada con gestos sonrientes de ancianos desdentados, de piel rozagante y sonrosada.

Inicia con movimientos achacosos y encorvados y cuando la música aumenta de ritmo, los viejitos transforman sus movimientos en una verdadera explosión de vigor y agilidad, realizando estruendosos zapateados y brincos que contrastan con ataques de tos y temblores que provocan caídas y jocosos intentos de sus compañeros por revivir al afectado.

 

Fuente: México Desconocido