Un estudio publicado por a revista digital Jama Internal Medicine, concluye que una dieta mediterránea enriquecida con aceite de oliva extra (hasta un litro por semana y familia) tiene como efecto reducir hasta en un 66% el riesgo de cáncer de mama.
Se realizó entre 2003 y 2009 con el seguimiento a un grupo de 4 mil 200 mujeres con “alto riesgo cardiovascular” de entre 60 y 80 años, y se las dividió en tres grupos.
El grupo uno siguió una dieta mediterránea; el grupo dos siguió esa pauta alimentaria añadiéndole nueces y otros frutos secos. Y un tercero tomó lo mismo reforzándolo con aceite de oliva virgen extra. La incidencia de cáncer de mama entre los dos primeros grupos fue similar, pero en el tercero, se redujo en un 32%, según describen los autores.
El estudio estaba orientado a la prevención de la salud, sobre todo, la cardiovascular (infartos, ictus), con la dieta mediterránea. Pero su importancia, tanto en duración como en número de voluntarios (más de 7 mil personas a las que se siguió durante una década) lo ha constituido en una referencia en su campo, y ha permitido hacer subanálisis, como este que ahora se publica, sobre otras patologías.
Los propios autores del artículo reconocen que hay ciertas debilidades en el trabajo. La primera, y más importante, es que solo se diagnosticaron, en total, 35 cánceres de mama. Esto hace que cualquier pequeña variación en su reparto entre los tres grupos tenga mucha importancia estadística. Pero el médico añade que según los datos actuales, en ese grupo de mujeres tenían que haberse producido 41 casos, lo que ya apunta a un efecto protector de la dieta.
¿En qué consiste la dieta mediterránea?
Una dieta mediterránea incluye la ingesta diaria de muchos vegetales, pescado y aceite de oliva virgen extra, reduce el riesgo cardiovascular y es segura.
Se caracteriza por el uso de alimentos locales, frescos y de temporada, siempre que sea posible, además de una relativa frugalidad. La abundancia de productos vegetales propicia una presencia de fibra, vitaminas y antioxidantes que garantiza unos aportes más que suficientes: verduras, legumbres, frutas, tubérculos, cereales y frutos secos conforman la base de esta dieta.
El pescado, las aves, huevos y lácteos son consumidos de forma moderada. Ingesta de carne roja dos veces al mes.
El aceite de oliva es la grasa que protagoniza esta dieta, el vino también juega un papel importante en la cultura mediterránea en consumo moderado de una a dos copas de vino en la comida y cena.
Incluye el consumo diario de una cantidad moderada de queso y/o yogurt; y de oleaginosas y aceitunas en baja cantidad.
Uso de hierbas aromáticas como una alternativa saludable en lugar de sal y realizar alguna actividad física regular para hacer trabajar al corazón y mantener en forma las articulaciones y músculos.