Dioses arameos resucitan de entre las cenizas

En una sensacional exposición en el museo Pergamon de Berlín, tras la segunda muerte al ser bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial el museo que los albergaba en Berlín, regresan las extravagantes figuras de los viejos dioses arameos.

El diplomático Max von Oppenheim rescató del olvido y desenterró a principios del siglo XX las extrañas esculturas.

 

Samuel Beckett, que los contempló en 1936 en su museo original, le parecieron fascinantes los seres mitológicos arameos. “Soberbiamente demoniaco, siniestro, implacable”, anotó.

 

Hace 3.000 años, en el fértil valle del río Khabur, entre el Éufrates y el Tigris, estos seres fabulosos fueron objeto de culto y respeto en la ciudad-estado de Guzana, capital del principado arameo de Bit Bakhiani (la Casa de Bakhianu), posteriormente sometida por los asirios…

De origen judío, hijo de un poderoso banquero, von Oppenheim, desarrolló una irresistible pasión por Oriente. Se disfrazó para entrar en lugares sagrados del islam, compró una chica bereber en un mercado de esclavos y fue recibido en audiencia por el sultán de Constantinopla.

En 1899, durante una expedición de seis meses en el norte de Siria, en caballo y camello, el explorador de bigotes guillerminos oyó hablar en el campamento del temido jefe beduino Ibrahim Pasha de unas extrañas esculturas enterradas en la arena. Y el 19 de noviembre descubrió Tell Halaf.

El museo que abrió von Oppenheim en 1930 con el material de Tell Halaf se hizo muy popular en Berlín.

Está previsto que las viejas estatuas salvadas se exhiban permanentemente en el museo de Pergamon cuando acabe en 2025 la reforma de la Isla de los Museos

Fuente: El País