El mundo necesita un cambio tecnológico equiparable a la primera revolución industrial

En las próximas tres o cuatro décadas, la humanidad tendrá que introducir un cambio tecnológico radical en los procesos de producción a nivel mundial para erradicar la pobreza y evitar una catástrofe a consecuencia del cambio climático y la degradación del medio ambiente, de acuerdo a un informe publicado por Naciones Unidas.

Es necesario aumentar la inversión, a nivel mundial, para el desarrollo y expansión de tecnologías para la generación de energía sostenible; para hacer sostenible la producción agrícola y la conservación de los bosques; para proteger la infraestructura de los impactos del cambio climático y para reducir la producción de desperdicios no-biodegradables.

El cambio tecnológico que se requiere es de una escala comparable a la primera revolución industrial.

Desde la primera revolución industrial, el ingreso y la población mundial han crecido exponencialmente, al igual que la demanda de energía y la producción de desperdicios y contaminantes con el resultado de que la capacidad del medio ambiente ha llegado a sus límites.

Alrededor de la mitad de los bosques del planeta se han extinguido. África y América del Sur sufrieron las mayores pérdidas netas en las dos décadas anteriores. Las fuentes de agua subterránea se están agotando y están siendo contaminadas y ya han ocurrido enormes pérdidas en la biodiversidad.

Para que la revolución tecnológica tenga éxito, ésta deberá ocurrir en un plazo de tiempo corto dadas las crecientes presiones sobre la ecología. Para inducir el desarrollo y adaptación de nueva tecnología, el Estudio sostiene que los gobiernos deberán jugar un papel central, tanto a nivel nacional como a través de una mayor cooperación internacional, en los siguientes puntos.

  1. La transformación a energía ecológica
  2. Una verdadera revolución ecológica en agricultura
  3. Innovación para reducir el riesgo asociado a los desastres naturales
  4. Se requieren cambios de políticas a todos niveles

Fuente: Estudio Económico y Social Mundial 2011