El Muro de Berlín que dejó de existir en 1989 y los globos blancos que hoy lo forman

Este 9 de noviembre de 2014, 25 años después, el Muro de Berlín se vuelve a formar; ahora con 8,000 globos que dibujan una frontera luminosa a lo largo de 15 kilómetros.

Los mismo 15 kilómetros que formaron parte de una de las líneas divisorias más infranqueables del mundo.

Los alemanes celebrarán el 25 aniversario del día en el que todo cambió. Desde entonces, cualquiera puede viajar de Dresde a Hannover tranquilamente, sin ir a la cárcel o jugarse la vida, como le ocurrió a los cuatro centenares de personas que murieron tratando de abandonar la Alemania socialista.

Parece que el fin del Muro, el desplome de la RDA y de todo el bloque soviético y la reunificación de las dos Alemanias era una secuencia inevitable. Pero en otoño de 1989 nada estaba escrito. A un lado y otro de la frontera había mucha gente que no deseaba un solo país. Unos pensaban que el horror del nazismo invalidaba la existencia de una Alemania unida y fuerte, otros temían los costes de la reunificación y en el Este muchos preferían una RDA reformada que no fuera absorbida por Occidente.

Las reticencias no venían solo de dentro. Líderes como la británica Margaret Thatcher hicieron todo lo posible para mantener el equilibrio establecido en el Continente tras la victoria aliada sobre Adolf Hitler por temor a un excesivo poder del país que había protagonizado dos guerras mundiales en los últimos 75 años. Pero la reunificación finalmente salió adelante. Dos factores fueron decisivos: el reconocimiento por parte del Gobierno de Helmut Kohl de la frontera con Polonia trazada tras la derrota del nazismo y el apoyo soviético a una Alemania unificada miembro de la OTAN.

“Las dudas eran comprensibles, pero los temores a un renacimiento del nacionalismo alemán no se han cumplido”, añade Kocka, presidente emérito del Centro de Investigación Social de Berlín. “El cambio salió bien, pero no hay que olvidar a los perdedores de la reunificación. Las generaciones que se quedaron sin trabajo y que tuvieron que reorientar su vida laboral con muchos esfuerzos”, añade el politólogo Gero Neugebauer.

La nueva Alemania se enorgullece de su pasado más reciente. “Casi todos los jóvenes del Este piensan que se han beneficiado de la reunificación. Eso demuestra que en estos 24 años no lo hemos hecho todo mal, sino todo lo contrario”, aseguró la canciller Angela Merkel el pasado 3 de octubre, durante los festejos para conmemorar los 24 años de unidad.

Fuera de sus fronteras, este cuarto de siglo ha servido a Alemania para afianzar su poder en la Unión Europea, un club que se construyó con un equilibrio entre el eje París-Bonn. El primero aportaba una mayor autonomía política, mientras que el segundo gozaba de una superioridad industrial y económica. Pero hace tiempo ya que este reparto de poderes no funciona.

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