Durante una ceremonia en Roma, el Papa Francisco proclamó santos a una mujer y seis hombres, entre ellos al mexicano José Sánchez del Río, el niño cristero.
Este joven se volvió en mártir a los 14 años, mientras participaba en la Guerra Cristera en México, en la que cientos de católicos se levantaron en armas en contra de las restricciones del gobierno a practicar la religión libremente.
José fue tomado como prisionero y torturado para obligarlo a renegar su fe, pero no lo lograron, así que lo fusilaron mientras el gritaba “Viva Cristo Rey”.
El papa explicó que estos nuevos personajes santos utilizaron la oración “la buena batalla de la fe y del amor” y que fueron evidencia del estilo de vida espiritual que pide la iglesia católica, “no para vencer la guerra, sino para vencer la paz”.