El orgullo de ser mexicanos

Es época de sentir orgullo de ser mexicanos. Nos lo dicen en la tele, en la radio, en comerciales de comida y hasta del nuevo Jetta. El bicentenario de la indepencia y el centenarios de la revolución deberían ser el motivo ideal para salir a las calles vestidos de charros o “Chinas Poblanas” y gritar a los cuatro vientos: ¡Viva México!

La bronca es que a últimas fechas el “orgullómetro” del mexicano como que marca números negativos. La inseguridad y los tiempos difíciles para la economía personal y familiar han tomado de rehén al ánimo de festejo.

Tal vez el problema radica en que durante décadas hemos puesto el orgullo nacional en los lugares equivocados.  Por ejemplo: Nos sentimos orgullosos de que nuestras lenguas y sistemas digestivos aguanten grandes cantidades de chile. Nos sentimos orgullosos por ser “muy fiesteros” “muy aguantadores” o por “reírnos de la muerte”.

Tristemente éstos grandes “orgullos nacionales” están alejados de lo trascendente y cercanos a lo ridículo. Aunque  muchos crean lo contrario, a título personal, creo que no son tan importantes o poderosos como para sostener en alto al vapuleado ánimo mexicano.

De nosotros se dice que somos cálidos y amables: Cierto. Pero cierto también es que podemos ser gandallas y ventajosos. Esta combinación produce escenas como la de un taxista que platica amable con un extranjero para después cobrarle, con una sonrisa en la cara, el triple de la cuota justa.

No tiene nada de malo reconocer nuestras debilidades. El decir que los alemanes son borrachos no los hace menos ordenados  o que los ingleses tienen dientes feos no les quita lo puntuales. Sé que generalizar es pecado. Por eso no lo hago y en esta frase lo aclaro, pero considero que sí tenemos ciertas tendencias como sociedad y lamentablemente en tiempos recientes nuestras tendencias duelen.

Nuestra tendencia a matarnos entre nosotros, a discriminar a los nuestros y a no disfrutar el éxito de otros mexicanos. Afortunadamente esta es solo una tendencia y no un rasgo absoluto e inamovible de nuestra personalidad social. Y una vez reconocidas las debilidades, es momento superarlas y centrarnos en lo que nos hace únicos de manera auténtica.

Las voces en contra no se harán esperar, preguntando: ¿Cómo sentirse orgulloso de ser mexicano ante el panorama adverso? ¿Cómo asignarle una emoción positiva, real y legítima al  hecho de vivir en éste país, de compartir ésta cultura?

La respuesta, por más difícil que parezca, es en realidad muy fácil, pero más que una respuesta es una pregunta: ¿Qué tan orgulloso me siento de mi? De quien soy, de lo que hago, de cómo lo hago, de lo que quiero ser y de mis actos para lograrlo.

El orgullo de ser mexicano no debe depender de la cantidad de chile que comemos sin quejarnos y no debe ser apaleado por las acciones de aquellos quienes no tienen la conciencia suficiente para darse cuenta de que, más allá de los dulces típicos, de las artesanías y de los comerciales de gobierno que retratan una postal de México llena de lugares comunes, son ellos, somos todos, los verdaderos colores de una bandera que cubre a todos los que nacimos, vivimos y soñamos en éste país.

Sentirse orgulloso es una opción que se respalda con acciones, no con accidentes geográficos. Así que podemos gritar ¡Viva México! estando borrachos, o podemos hacer que viva realmente.

@pilinga2